Durante las últimas semanas, oro y coronavirus se han encontrado muchas veces en la misma oración. La pandemia que hoy atraviesa el mundo ha sacudido a la economía global. Por esta razón, miles de expertos han hablado sobre los impactos de COVID-19 en los precios del oro.
Sin embargo hay otro aspecto significativo de este metal precioso que no se ha tomado cuenta. Y es que, ¿sabía usted que el oro juega un papel crucial para ayudar a diagnosticar el COVID-19?
Si bien los gobiernos de todo el mundo utilizan una serie de opciones de diagnóstico para evaluar COVID-19, casi todas requieren análisis de laboratorio. El oro viene a ser un componente muchos kits de pruebas de diagnóstico.
Según el World Gold Council, las pruebas rápidas dependientes del oro o los «Ensayos de flujo lateral» (LFA) pueden complementar las opciones de prueba que dependen del análisis de laboratorio. Puede que no reconozca esta terminología pero lo cierto es que la tecnología LFA se usa a diario en todo el mundo y en cantidades asombrosas.
Los LFA se han utilizado durante más de 40 años para ayudar a diagnosticar docenas de enfermedades potencialmente mortales, incluida la malaria, con más de 400 millones de pruebas de LFA de malaria producidas cada año según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Asimismo, se realizan pruebas para docenas de enfermedades potencialmente mortales, lo que significa que el total anual de número de LFAs exceda cómodamente el medio billón. Y la gran mayoría de estos contienen una pequeña cantidad de oro.
Pequeñas partículas de oro actúan como «indicadores» en las pruebas rápidas de LFA, lo que desencadena un cambio de color cuando entran en contacto con la muestra del paciente para determinar rápidamente un resultado positivo o negativo.
Un diagnóstico rápido y preciso es absolutamente crítico para ayudar a comprender, rastrear y abordar el brote. Ya existe una amplia gama de herramientas de diagnóstico disponibles para los gobiernos de todo el mundo, pero estas pueden estar limitadas por dos parámetros clave: velocidad y costo. Casi todos requieren que se tomen muestras y se envíen a un laboratorio centralizado para su análisis, lo que puede ser lento y costoso, especialmente en tiempos de crisis.
Las pruebas rápidas COVID-19 de primera generación identifican anticuerpos marcadores tempranos y tardíos en lugar de buscar el virus en sí, y pueden ayudar a determinar si una persona ha sido infectada con COVID-19 incluso después de que el virus ya no esté presente. Las compañías médicas también están trabajando para desarrollar LFA que puedan identificar el virus directamente.
Este LFA se utilizó en China al comienzo del brote y ahora ha recibido la certificación de marca CE para su uso en Europa, está bajo evaluación por la Administración de Drogas y Alimentos de los EE.UU. (FDA) en los EE.UU. y, según los informes, la compañía está en proceso de suministrar al gobierno kuwaití 400,000 kits para su despliegue inmediato.
Las empresas también están desarrollando LFA que pueden identificar el virus directamente. Por ejemplo, la empresa líder de diagnóstico del Reino Unido, Mologic, anunció recientemente la recepción de una gran donación del gobierno del Reino Unido para desarrollar un LFA COVID-19.
Estos diagnósticos ayudarán a complementar las pruebas de laboratorio y equiparán aún más a los profesionales de la salud y a los científicos para comprender y rastrear la pandemia en una amplia gama de entornos.