El Ingeniero de Minas, Mario Cedrón Lassus, cuenta con más de 40 años de trayectoria en el sector minero. Es docente universitario en diferentes casas de estudio y es, además, Director del Centro Tecnológico Minero (Cetemin) y del CITE Minería y Medio Ambiente, presidente de la Unidad Peruana del Organismo Latinoamericano de Minería (Olami) y de la Society of Mining Professors (SOMP). En esta entrevista conversamos sobre cómo revertir la imagen negativa de la minería y qué cambios a nivel tecnológico se vienen luego de la pandemia.
¿Cómo cree que se ha venido desarrollando la imagen sobre la minería y su percepción en el país?
Lamentablemente, llevamos poco más de dos décadas en las que se ha venido satanizando la imagen de la minería utilizándola como una bandera de combate. Esto viene por parte de ciertos sectores ideologizados que buscan presentarla como una actividad contaminante, exploradora, que no aporta al país; lo cual responde básicamente a factores políticos entre los promotores. Difícilmente la minería ha podido contrarrestar esta imagen que aún le ha quedado entre el público en general.
A pesar de las políticas ecológicas aún existe un rechazo por parte de este grupo ¿cómo acercar ambas posturas?
Hay que separar el tema de cuál es la opinión general en buena parte de la población sobre la minería, de lo que es la posición de los que viven, básicamente, de crear esa imagen. Son dos cosas bastante separadas. La gente no se mueve sola, sino que es inducida por este discurso a crearse expectativas sobre la minería y un estereotipo, que no corresponde a la realidad y que la minería, de una manera u otra, no ha sido capaz de neutralizar. A mi modo de ver se debe a que no se ha ampliado el discurso correcto. Este ha sido reactivo más que proactivo, ha habido mucha falta de marketing social. Por ello, creo que hay que cambiar el discurso y crear identidad con la minería siendo apreciada en su verdadera magnitud, hay que lograr que la población quiera a la minería como el ceviche o el pisco sour. Esto implica una estrategia bastante diferente a la que se ha venido realizando hasta el momento en cuanto a la gente denominada anti minera que vive a través de las ONG. Lo que hay que hacer es dejar su discurso como puras inferioreces, el día que la anti minería deje de ser rentable, se acabó.
¿Han venido las mineras mejorando su labor con respecto a la gestión de responsabilidad social?
Esa es la principal herramienta para cambiar la actitud negativa que hay hacia el sector minero, pero la responsabilidad social no solo corresponde a las empresas mineras. Se trata de la responsabilidad de todos, empezando por el Estado, por las mismas comunidades. Pero efectivamente es a través de la aplicación de la responsabilidad social que la minera gana al ser esta la principal herramienta que se cuenta para lograr este cambio de actitud. Y si por una razón u otra no es posible, pues entonces hay que irse a otro lado y lamentablemente el Perú se verá privado de una de sus principales fuentes de ingreso, sobre todo tan necesarias a día de hoy frente a lo que se viene luego de esta pandemia.
¿Cree que la pandemia ha acelerado los procesos de transformación tecnológica en la minería?
Si hablamos de la minería esto nos va a conducir a una aceleración de lo que es la digitalización de las minas, el tema de la automatización. Seguramente también afectará mucho al relacionamiento comunitario porque, evidentemente, se va a preferir usar más gente local para lo cual habrá que capacitarla en los trabajos mineros. Además, habrá muchas más compras locales que antes por el problema de la movilidad, el transporte, etc; ese es el lado positivo. Por otro lado, lo negativo será la renuencia de las comunidades al transporte con insumos, con personal, con concentrados por el temor al contagio, lo que implica que se tenga que usar protocolos muy estrictos.
¿Qué beneficios trae la implementación de la automatización y la inteligencia artificial en las minas?
Es absolutamente necesario porque las minas son cada vez más profundas. Esto aumenta los costos, las leyes bajan y la única manera de mantenernos competitivos como uno de los países con menor costo de producción, es a través de la tecnología lo cual implica embarcarse por este camino de cambios.
¿Cómo ve al sector minero peruano con respecto a Latinoamérica?
A nivel latinoamericano somos tan igual como otros países vecinos como es el caso de Chile, ellos están un poco más a la vanguardia. Nosotros, por ejemplo, no tenemos camiones autónomos aunque sí minas teleoperadas, pero estamos muy cerca al tipo de tecnología que se usa ahí. No así, en efecto, a otros países como Australia, Canadá o Estados Unidos; esto por la misma inestabilidad que tenemos como país. Sigue habiendo cierta preferencia por minimizar la inversión en capital a costa de un mayor costo operativo y esa es una de las dificultades que yo veo para que en el Perú se acelere el tema de la automatización en las minas, porque significa una mayor inversión.
¿Qué tan clave será la minería después de la pandemia?
En el Perú tenemos cuatro locomotoras: la minería, la agricultura, el turismo y la pesca. El turismo, en el corto plazo, difícilmente se va a recobrar; por el lado de la pesca está la limitación de la biomasa. Nos quedan entonces dos locomotoras, el problema es que la balanza, que ya era bastante inclinada, con la pandemia resultará aún más. La pregunta es si estas dos van a ser capaces de remolcar todos los otros vagones que significan el resto de actividades económicas en Perú. La única manera es poner más combustible a estas dos, lo cual significa en la práctica que necesitamos más minería.
¿Cómo ve los intentos por parte del Gobierno de resolver cuestiones como la tramitología?
Eso es, junto a la oposición a las minas, el principal problema y la verdad es que hasta la fecha el progreso ha sido muy lento. No porque falte voluntad a nivel del sector del Ministerio de Energía y Minas, sino porque esto se ve obstruido en las demás entidades estatales. Son la tramitología y la permisología lo que tiene trabado no solo proyectos mineros, sino prácticamente en todas las demás actividades estatales. Los problemas de no poder conseguir medicinas a tiempo, los ventiladores, las plantas de oxígeno, es consecuencia de la tremenda burocracia que no solo es responsabilidad al más alto nivel del gobierno, sino a lo largo de toda la cadena.