La industria minera puede ser el salvavidas para la economía peruana, que entró en recesión como secuela de una larga cuarentena por la pandemia de coronavirus, aunque los conflictos sociales y ambientales se multiplican en las zonas de explotación.
Con tradición minera desde la época precolombina, las exportaciones de metales dieron prosperidad a Perú, que es uno de los principales productores mundiales de oro, plata, cobre y zinc.
La industria minera es responsable de 10% del PIB, de 60% de las exportaciones, de 16% de la inversión privada y 19% de los tributos pagados por empresas, según la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE).
Por su peso, la minería refleja bien el estado de salud de la economía de Perú.
En el primer semestre de 2020, lapso que incluye tres meses y medio de cuarentena obligatoria, se desplomó entre 20% y 36% la producción de cobre, oro, zinc, plata, plomo, hierro y estaño. En el mismo período la economía peruana cayó 17% y entró en recesión.
«Se suspendieron buena parte de las operaciones, manteniéndose solo las actividades de mantenimiento críticas. Esto significó una caída de producción muy importante», afirmó a la AFP el director ejecutivo de la SNMPE, Pablo de la Flor.
A partir de junio, la reactivación económica por fases dispuesta por el gobierno permitió retomar la explotación minera.
«Las empresas están tratando de recuperar la producción perdida, pero esperamos una contracción de 10% en el volumen» anual, indica el director.
La cartera de proyectos mineros en Perú asciende a 57,000 millones de dólares de inversión necesaria para explotar diversos yacimientos, entre ellos Quellaveco (5,300 millones), Mina Justa (1,600 millones), Ampliación Toromocho (1,355 millones) y Ariana (125 millones).
De materializarse, se elevaría 20% la producción de cobre, que representa la mitad del PIB minero metálico.
«Se espera que sean estos proyectos los que ayuden en la reactivación económica post Covid-19 con su puesta en marcha dentro de los próximos dos años», indica a la AFP Miriam Loli, socia de la firma de auditoría Deloitte Perú.
A pesar de ser una actividad ancestral, la minería enfrenta resistencia en Perú, así como burocracia, y ahora dispuso importantes normas de seguridad laboral por los protocolos sanitarios por la Covid-19.
Si bien los peruanos consideran crucial a la industria minera para la recuperación económica (83%), según una reciente encuesta de Ipsos, las protestas por reivindicaciones sociales y ambientales en las comunidades cercanas a las minas son frecuentes. A veces, las manifestaciones derivan en violencia y dejan víctimas.
Según la Defensoría del Pueblo, en 2019 se registraron 94 conflictos socio-ambientales relacionados con la minería en el país.
A pesar de las controversias, los expertos creen que la minería ha tenido un impacto positivo y ahora puede ayudar a sacar a Perú de la recesión.
«Genera divisas que permiten reducir desigualdad y pobreza, permite a los gobierno regionales tener ingresos, y a los estudiantes de las zonas de influencia tener mejor desempeño», señaló a la AFP el economista Hugo Ñopo, investigador principal del Grupo de Análisis para el Desarrollo (Grade).
Pero «hay dos bemoles», advierte Ñopo: la poca irradiación de esos impactos positivos en las comunidades y «los innegables costos ambientales y sociales que no pueden despreciarse y que deben atenderse».
«Durante 30 años hemos priorizado el crecimiento y hoy nos damos cuenta de que solo eso es incompleto y nos deja con vulnerabilidades. Es tan importante el crecimiento como el desarrollo», afirma.
De la Flor reconoce que hay brechas sociales, pero opina que buena parte de la responsabilidad es de los gobiernos regionales y municipales, que solo han ejecutado 65% de unos 11,400 millones de dólares transferidos por las empresas mineras por regalías y otros derechos.
«Hay frustración porque se mantienen los déficits sociales por la falta de capacidad del Estado de responder» pese a los recursos entregados, asegura.
A pesar de dos décadas de crecimiento económico sostenido, el 20% de los 33 millones de habitantes de Perú vive en la pobreza y se prevé que las cifras empeoraren con la pandemia