En un estudio reciente, investigadores de la Universidad de Helsinki sugieren que la minería en áreas marinas poco profundas está en conflicto directo con los objetivos internacionales de conservación y sostenibilidad, ya que la actividad plantea graves riesgos ambientales.
El artículo, publicado en la revista Trends in Ecology & Evolution, señala que desde la minería en zonas de aguas profundas es considerablemente costosa, la extracción de níquel, cobalto y otros metales para baterías de áreas marinas poco profundas se ha propuesto como una solución más sostenible a la creciente demanda de materiales necesarios para la transición hacia la energía verde.
En detalle, la minería en aguas poco profundas se lleva a cabo a profundidades inferiores a 200 metros y se ha promocionado como menos destructiva que la minería terrestre y menos riesgosa que la minería en ecosistemas de aguas profundas poco conocidos. . Sin embargo, los autores del estudio ponen en duda esta afirmación.
En el documento, señalan que extraer oro, cobalto, cobre y fosforitas del fondo del océano de aguas poco profundas requiere dragar grandes cantidades de sedimentos. Eliminar este sedimento, que tarda miles de años en acumularse, significa eliminar los organismos que lo habitan.
“La minería de minerales altera los hábitats y causa pérdida de biodiversidad local y cambios en las comunidades de especies. Los efectos indirectos de la minería, como la propagación de remolinos de material del lecho marino y las sustancias nocivas liberadas del fondo marino y la nubosidad del agua, contribuyen a deteriorar el estado del medio ambiente marino”, dijo el equipo científico en un comunicado de prensa.
Los investigadores también mencionaron que los ecosistemas de las áreas marinas poco profundas ya se encuentran en un estado debilitado, ya que la actividad humana se concentra en las áreas costeras.
En su opinión, los efectos ambientales generales de la minería en aguas poco profundas son probablemente similares a los de las operaciones en las que se excava el lecho marino, como el dragado. Esto significa que los ecosistemas pueden tardar décadas en recuperarse.
“Los posibles efectos ambientales están en conflicto con los últimos objetivos de conservación y sostenibilidad”, dijo Elina Virtanen, segunda autora del estudio, en un comunicado de prensa. “La UE y la ONU tienen el objetivo ambicioso de proteger 22% de todas las áreas marinas, y las directivas de la UE incluyen elementos para lograr un buen estado para las áreas marinas”. Para Virtanen y sus colegas, el principio de precaución debe aplicarse a la minería en áreas marinas poco profundas. Creen que las operaciones no deberían permitirse hasta que sus riesgos hayan sido completamente mapeados.
Los científicos también advierten que la interrupción de las operaciones mineras en áreas marinas poco profundas puede ser un desafío si se inician antes de que se redacte y promulgue la legislación pertinente.
Los proyectos de minería en aguas poco profundas ya están en marcha en Namibia e Indonesia, y se han propuesto proyectos en México, Nueva Zelanda y Suecia.