Optimistas pese a la pandemia parecen ser las perspectivas para la minería en los próximos años. La proyección de producción esperada de cobre para el período 2020-2031 apunta a un incremento, en comparación con la producción real de 2020, de 19, 6% hacia el cierre del período, de acuerdo a la última versión del informe “ Proyección de la producción esperada de cobre en Chile” elaborado por la Dirección de Estudios y Políticas Públicas de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco).
El escenario no se ve fácil. A las pruebas que ya tienen que sortear las minerales para impulsar sus operaciones, el escenario futuro aún se juega en medio del Covid-19 que no logró ser controlado. Sin embargo, según el documento, Chile alcanzaría una producción de cobre de 7,89 millones de toneladas al año 2031, a una tasa de crecimiento promedio de 1,7%, con un pico en el año 2028 de 7,40 millones de toneladas.
El vicepresidente ejecutivo del organismo, Marco Riveros, dice que la actualización de mantener este informe viene a reafirmar la importancia de los nuevos proyectos para y aumentar la producción del metal rojo en el país, ya que las expansiones y proyectos de reposición no son suficientes para impedir la baja natural de las faenas actualmente operativas.
El informe muestra un escenario de producción máxima de cobre de 8,2 millones de toneladas a 2031, y un mínimo de 5,89 millones.
Respecto a la pandemia, Riveros explica que ha afectado las expectativas futuras, pese a que en el largo plazo se mantienen cifras positivas. “La industria nacional preparar reaccionar muy bien frente a la pandemia mediante medidas sanitarias apropiadas, oportunas y de alto estándar de salud y seguridad para los trabajadores. Estas medidas si bien lograron mantener a la industria operativa, a diferencia de países como Perú, Argentina, Brasil o México, no impidieron que importantes a materializarse en los próximos 2 a 3 años se retrasaran, y por fin, sus expectativas productivas se desplazaran entre 1 a 2 años”, dice.}
Agrega que “la proyección que observamos plasma esto de dos formas: una “distribución” del impacto productivo entre los años 2020 y 2021, y un retraso en los perfiles de producción esperados en más o menos un año a año y medio. De no reducirse el nivel de contagios o el impacto de la pandemia en el corto plazo, veríamos un desplazamiento de estos perfiles en 1 o 2 años inclusive, por ende estas proyecciones siguen sujetas a lo que vaya ocurriendo con la pandemia en los próximos 2 años ”.
Para este año, se espera una producción de 5,82 millones de toneladas de cobre. En el informe de 2019 se pronosticaron 5,87 millones para este ejercicio y 5,89 para 2022.
Así, el año 2019 se superaría la barrera de las 6 millones de toneladas, para luego entrar en el quinquenio 2025-2019 en un lento de crecimiento la producción donde de todos modos se alcanzaría -específicamente en 2028- el máximo productivo de 7,35 millones de toneladas.
Pero Cochilco también advierte una alarma. A su juicio, el hallazgo más importante al analizar la influencia de los tipos de proyectos en el perfil futuro es que, hacia 2031, las operaciones actuales disminuyen su producción en un 34% respecto a 2020, llegando a 3,99 millones de toneladas de cobre fino.
“Esto demuestra la necesidad de que el sector minero cuprífero nacional tiene nuevos proyectos, ya que incluso al incluir en el perfil productivo aquellas iniciativas que buscan mantener faenas operativas actuales (reposición) o aquellos proyectos que buscan aumentar la capacidad productiva de operaciones activas (expansión ) estas no lograron revertir el escenario de reducción de producción (o lo aminoran levemente), llegando a 5,73 millones de toneladas hacia el 2031, un 6,47% menos que lo alcanzando en 2019”, recalca la Comisión.
En definitiva, agrega, “la responsabilidad recae en el decaimiento de las operaciones actuales y sus proyectos asociados a la línea de óxidos”.
Asimismo, el documento confirma que la extracción a rajo abierto mantendrá su sitial. Si bien en los próximos 13 años se observa un fuerte crecimiento de la extracción subterránea, 34,5% entre 2020 y 2031, apoyó mayoritariamente por los proyectos Nuevo Nivel Mina y Los Bronces Integrado, la extracción rajo abierto mantendrá su posición con una participación en la producción nacional de 86,53%, casi dos puntos porcentuales menos que la participación en 2019.
En cuanto a la proyección regional de producción esperada de cobre fino, Cochilco revela que si Antofagasta concentra el 40,7% de la inversión cuprífera para la próxima década, el crecimiento de su producción es sólo de un 19%, transitando desde las 3,11 millones de toneladas registradas en 2019 a las 3,61 millones de toneladas de cobre fino hacia 2031, donde su participación en la producción nacional se reduciría el paso actual 54,1% en 2020 un 47,8% hacia el 2031.
Atacama, zona que concentra un 22% de la inversión cuprífera, aumentaría su producción en un 99%, pasando de las 1179,3 mil toneladas actuales a 1,61 millones de toneladas de cobre fino hacia el 2031, impulsando su participación en la producción nacional del actual 9,2% un 15% al cierre del período de análisis. Situación similar ocurre con Tarapacá, que aumenta su producción en un 34% y su participación desde un ,4% en 2019 a 01,5% en 2031.
Cambio de matriz productiva
El informe de Cochilco hace presente que Chile aún no ha avanzado en soluciones reales a la gran capacidad instalada que dispone de plantas hidrometalúrgicas, sin proyectos o expansiones que las mantienen operativas, ni menos en una mirada conjunta en torno a la materialización de nuevas fundiciones en el país, sumado a la gran cantidad de iniciativas que buscan expandir o extender la vida operativa de faenas de minerales sulfurados o incluso crear nuevas operaciones mineras en la línea de concentrados.
Según la Comisión, se espera que la producción hidrometalúrgica pase de una participación de 22,3% de la producción total en 2019 a 8,1% hacia 2031, con el consiguiente crecimiento proporcional y acelerado en la participación de la producción de concentrados y sin cambios en líneas productivas de fundiciones y refinerías (FURE).
De las actuales 13 operaciones activas, hacia el 2031 solo quedarán 22 operativas, 7 miembros a la gran minería más las 6 operaciones de Enami y 8 operaciones de mediana minería. Las únicas nuevas iniciativas operativas para ese entonces serán Rajo Inca (2019-2035), Polo Sur (2024-2037), Diego de Almagro óxidos (2023- 2030), Productora de óxidos (2023-2031), Marimaca (2024-2035), la reapertura de Rayrock (2021-2035), Planta NORA (Ex Berta, 2019-2032) y Playa Verde (2024-2032).
Así, si la producción hidrometalúrgica esperada disminuyendo un 63,4% hacia el 2031 con respecto a la producción del año 2019, la producción esperada de cobre fino contenido en concentrados aumentaría desde las 4,2 millones de toneladas de cobre fino en 2019 hasta 6,53 millones de toneladas de cobre fino en concentrados en 2031, un crecimiento de casi un 53% en el período analizado.
Sumado a este complejo escenario para la producción hidrometalúrgica, Cochilco califica como “preocupante ver que el incremento en producción de minerales sulfurados no obstante se traduciría en aumento de producción de FURE en nuestro país”, ya que la producción de concentrados sin refinar en el país pasará desde un 63% de participación en la producción total esperada de cobre fino en concentrados en 2020 a un 77% hacia 2031.
De esta forma, se pasará de exportar alrededor de 3 millones de toneladas de cobre fino en concentrados como promedio de los últimos tres años, en torno a las 7,89 millones de toneladas métricas secas de concentrados, a alrededor de 4,99 millones de toneladas de cobre fino hacia 2030, aproximadamente 15,40 millones de toneladas métricas secas de concentrados.
Fuente: Diario Estrategia