Brasil se posiciona como el líder indiscutible en la transición energética en América Latina, destacándose como el principal productor de tierras raras, minerales indispensables para tecnologías limpias y sostenibles. Durante el Foro Empresarial Chile-Brasil 2024, la atención se centró en la sostenibilidad y la innovación, dos pilares que marcan el rumbo de la región. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva subrayó la privilegiada posición de ambos países, afirmando que cuentan con las condiciones ideales para transformar la transición energética en una oportunidad de colaboración sin precedentes.
A medida que la conversación avanza, el ministro de Minas y Energía de Brasil, Alexandre Silveira de Oliveira, celebra el resurgimiento del diálogo en la región. La meta es clara: la integración de América Latina. Con una cartera diversificada que abarca sectores eléctricos, petroleros y mineros, Brasil se erige como un jugador clave en la creación de una red robusta de energías sostenibles. La interconexión con países como Venezuela, Argentina y pronto con Chile es una muestra de que la colaboración regional ya no es solo un sueño, sino una realidad tangible.
El compromiso del Gobierno brasileño de fortalecer esta integración se ve respaldado por la convicción de que la sostenibilidad es el motor que impulsará la transición energética. “La sostenibilidad es esencial y debe ser la base de nuestras políticas”, enfatizó el ministro, destacando la necesidad de una cadena industrial fuerte en América del Sur. Este enfoque no solo permitirá equilibrar la gobernanza global en el ámbito de la energía, sino que también posicionará a la región como un actor clave en un mundo que busca alternativas sustentables.
Al mirar hacia el futuro, Brasil y sus socios latinoamericanos se preparan para liderar la carga hacia un nuevo paradigma energético. Con una geopolítica favorable y recursos abundantes, América del Sur tiene el potencial de convertirse en el epicentro de la sostenibilidad. A medida que el compromiso con la descarbonización y la innovación avanza, se abre la puerta a una era dorada para la transición energética en la región, una oportunidad que no se debe desaprovechar.