En un movimiento que podría transformar el panorama minero de Panamá, Mark Bristow, CEO de Barrick Gold, ha expresado la disposición de la compañía para convertirse en socio en la polémica mina Cobre Panamá. Este complejo, actualmente en manos de First Quantum Minerals, ha estado en el centro de un torbellino legal y social desde noviembre, cuando protestas en contra de su operación llevaron a su cierre. La incertidumbre en torno a su futuro aumenta la tensión, mientras el nuevo gobierno, liderado por el presidente José Raúl Mulino, se prepara para tomar decisiones clave.
Con Cobre Panamá representando el 1% de la producción global de cobre y un impresionante 5% del PIB de Panamá, su relevancia económica es indiscutible. El futuro de este activo, que se definirá el próximo año, ha mantenido a las mineras al borde de sus asientos. Bristow ha enfatizado que «es el gobierno panameño quien debe decidir qué quiere hacer», dejando claro que Barrick está lista para jugar un papel relevante en la salvaguarda de este vital recurso.
Sin embargo, la situación no es sencilla. First Quantum ha llevado su caso a la Corte Internacional de Arbitraje de Florida, buscando 20 mil millones de dólares debido al cierre de la mina. Este enfrentamiento legal añade una capa de complejidad a las negociaciones, y tanto First Quantum como el gobierno panameño han mantenido silencio al respecto. Este escenario presenta tanto oportunidades como desafíos para Barrick, que se adentra en un territorio legalmente delicado.
A pesar de la creciente demanda de cobre y el aumento reciente en su precio, Bristow ha manifestado que Barrick mantendrá un enfoque prudente en sus transacciones. La advertencia del CEO de «tener cuidado con pagar el precio más alto del mercado» resuena en el contexto de una industria deseosa de crecimiento, pero consciente de los riesgos asociados. Mientras la situación se desarrolla, el mundo observará de cerca cómo se desenvuelven las negociaciones y cuál será el destino de la mina Cobre Panamá.