El 14 de agosto, el Gobierno de Queensland anunció una colaboración significativa con el gigante minero Rio Tinto para asegurar el futuro de la Boyne Smelters Limited (BSL), la segunda fundición de aluminio más grande de Australia. Este acuerdo no solo se centra en el sostenimiento de BSL a partir de 2029, sino que también respalda una inversión sustancial en proyectos de energía renovable en la región. Con el objetivo de hacer de Gladstone un centro neurálgico de energía limpia, esta asociación promete transformar el paisaje energético y económico de Queensland.
Al implantar energías sostenibles y eficientes, la asociación busca no solo que BSL mantenga su capacidad operativa de 500,000 toneladas anuales, sino también restaurar y revitalizar el mercado del aluminio en Australia, asegurando su estatus como líder mundial en exportaciones de este metal. Esta inversión de Rio Tinto se traduce en más de 1,000 nuevos empleos directos, impulsando la economía local y creando sinergias en diversas industrias vinculadas. La ambición es clara: establecer un modelo de producción sostenible y consciente del medio ambiente.
El primer ministro de Queensland, Steven Mills, resaltó la importancia de esta alianza. «Esta asociación utilizará energías renovables para proteger los puestos de trabajo del Boyne Smelters en el futuro», afirmó. Además, destacó que proteger a productores clave como BSL es crucial para la cadena de suministro y el empleo en Queensland Central. Esta iniciativa también abrirá nuevas oportunidades hacia inversiones en manufactura y tecnología avanzada agrícola en toda la región, lo que resultará en un panorama industrial más robusto y diverso.
A pesar de los avances entusiasmantes, la directora ejecutiva de Rio Tinto, Kellie Parker, señala que aún queda un largo camino por recorrer. La colaboración está sujeta a la contratación de energía y a aprobaciones específicas, y se requiere un esfuerzo adicional por parte del gobierno y la industria para solidificar el futuro del aluminio verde en Australia. La promesa de una BSL competitiva, impulsada por energía renovable, no solo es esencial para la economía local, sino también para la misión global de reducir la huella de carbono mientras se asegura el metal clave para la transición hacia un futuro más sustentable.