El trabajo avanza irremediablemente hacia la automatización, tecnología que hoy pone en riesgo a más del 40% de los actuales empleos, sobre todo aquellos repetitivos y monótonos que en el corto plazo serán desempeñados por máquinas. Según las estimaciones del Centro Latinoamericano de Políticas Económicas y Sociales de la Pontificia Universidad Católica (Clapes UC), el 17% de los trabajos en Chile tienen un alto riesgo de automatización.
En este escenario, la especialización y la capacitación de los trabajadores es clave para no queden al margen del mundo laboral, que en los próximos años tendrá 1.100.000 empleos menos producto de la robotización.
Más de 40% en riesgo
El decano Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad Central, Christian Nicolai, respecto de cuáles son los empleos más expuestos a desaparecer producto de la automatización y robotización, dijo que inicialmente se pensó que se perderían sólo los más rutinarios, que se pueden programar en un algoritmo y en un computador, pero hoy con la inteligencia artificial y la capacidad de cómputo, también hay riesgo para aquellos que toman decisiones sobre el análisis de mucha información. Por razones distintas, trabajos de alto riesgo tienden a ser robotizados o al menos remotizados.
«Lo anterior lleva a sectores como transportes, almacenamiento, explotación minera, comunicaciones e intermediación financiera sean los de más alto riesgo estimado. El último estudio del Centro Latinoamericano de Políticas Económicas y Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Chile (Clapes) de mayo de este año, estimó para Chile un promedio de automatización en el empleo de 42,2%, en Estados Unidos en 2017 se estimó un rango parecido de 47%», precisó.
Capacitarse es imperativo
Sobre las oportunidades que se abren para el mundo del trabajo con la irrupción de estas tecnologías, el profesional dijo que principalmente se vislumbran posiciones como operadores de las nuevas máquinas o redes, y por otra parte el desarrollo de las aplicaciones necesarias. «Lo anterior, más la creación de empleos nuevos no imaginados todavía o en otros sectores distintos de los mencionados anteriormente. En todo caso, las oportunidades sólo estarán disponibles para los trabajadores capacitados en un marco de cualificaciones, con nuevas habilidades, conocimientos y competencias», advirtió.
Consultado sobre cuál debería ser el perfil de los nuevos trabajadores en un mundo cada vez más automatizado, Nicolai detalló que «con capacidades de aprendizaje continuo, no sólo de conocimientos disciplinarios específicos, sino también de desarrollo de sus habilidades cognitivas, de comunicación, análisis y trabajo en equipo. Es decir, un perfil que debería dar la posibilidad de adaptación al cambiante mercado laboral».
Respecto del rol que debe jugar la academia en este escenario de cambio, el docente sostuvo que en lo que se refiere a la formación de profesionales, entregando la formación en los conocimientos, de modo que el profesional tenga visión holística y crítica, de sistemas y conocimientos complejos. Desarrollar habilidades, que les permitan seleccionar y aplicar tecnologías para completar su actividad; y en una etapa superior aplicar pensamiento crítico para mejorar o redefinir procesos, métodos o tecnologías. «Los profesionales tendrán que ser autónomos, criteriosos, adaptables, responsables y con capacidades altas de comunicación», explicó.
En la formación de personal calificado, en tanto, le compete un rol relevante al Estado, a través de las políticas públicas de formación continua o capacitación laboral, las que deben considerar una formación ascendente en las dimensiones de conocimientos, competencias y habilidades necesarias; y hacerse cargo de las razones que explican la baja capacitación en los trabajadores más expuestos.
No estamos preparados
El investigador y académico de la Geomensura y Geomática de la Universidad de Antofagasta, Luis Araya Lepicheo, asegura que la automatización no es algo nuevo, que si bien en su momento había mucho temor por estas tecnologías, resultó ser muy beneficiosa. Aunque sí considera que muchos puestos de trabajo se perderán y que los trabajadores del futuro deberán capacitarse más y constantemente para no quedar al margen del mercado laboral.
«La automatización plantea varias variables, pero la gente que no tiene especialización, que no tiene estudios, que no se desarrolla, que no termina carreras, quedarán en los niveles inferiores del trabajo,. Serán los más vulnerables, mientras que las personas que estudian y se especializan, tiene que mantener esa especialización, porque las tecnologías están variando muy rápidamente», opinó el profesional.
Araya agregó, a modo de ejemplo, que «en la fotogrametría, es decir, volar para tomar fotografías y hacer planos y cartografías, aparecieron los drones bajando los costos enormemente, y ya los helicópteros o los grandes aviones no son necesarios. Se compraron drones y todas las mineras, los geomensores, los constructores, los tienen, pero para utilizarlos hay que conocerlos bien, ser profesional, y eso significa capacitación, porque además los drones son cada vez más completos».
Aún así el docente cree que el proceso de automatización irremediablemente eliminará puestos de trabajo y muchas personas quedarán sin empleo. «Nuestra educación es productivista y las personas que no entren en ese circulo se quedarán estancadas, rezagadas, y hay que tener cuidado por la gente no se está preparando y esa gente tendrá problemas», consideró Araya Lepicheo.
CARENCIA DE TÉCNICOS
Para el ministro del Trabajo, Nicolás Monckeberg, «en esta cuarta revolución tecnológica Chile tiene que tomar una decisión: nos quedamos lamentándonos mirando cómo desaparecen los trabajos del pasado, o aprovechamos las oportunidades que esta revolución ya está ofreciendo en Chile. Siendo un país que capacite rápidamente a sus jóvenes en programación computacional para todos los trabajos digitales que se están creando y en necesitamos ir más rápido porque tenemos una carencia de técnicos».
MINAS MENOS RIESGOSAS
El ministro de Minería, Baldo Prokurica, destacó que «en el país hay tres divisiones de Codelco cuyas operaciones son realizadas en forma remota, todo lo riesgoso se hace a distancia. En el caso de Gabriela Mistral hay camiones autónomos de 330 toneladas que se manejan desde distancia, se manejan sin conductor, las 24 horas y solo paran para cargar combustible, tienen menos fallas, menos accidentes además de otros efectos positivos, como cuidar la vida y la integridad de los trabajadores».
Fuente: El Mercurio de Calama