La energía eléctrica es un insumo clave para la industria minera en sus diversos procesos productivos y servicios. De hecho, se estima que su uso representa alrededor del 8% de los costos operacionales de la gran minería del cobre nacional.
En un informe elaborado por Cochilco sobre la proyección del consumo de energía eléctrica en la industria minera del cobre entre 2020 y 2031, se reveló que la demanda energética aumentará 34% en dicho periodo, pasando de 25 TWh a 33,4 TWh. En este se estima que, para satisfacer la demanda esperada, se requeriría agregar una capacidad de generación eléctrica de 1.222 MW a 2030.
El vicepresidente ejecutivo de Cochilco, Marco Riveros, sostiene que este aumento “se explica por los desafíos estructurales que exigirán mayor consumo de electricidad, como el envejecimiento de las minas; una caída en la ley del mineral; mayor producción de concentrados de cobre, que requiere para su procesamiento más energía eléctrica”.
Añade que “a ello se suma el incremento del uso de agua de mar, ya sea desalinización y/o bombeo de agua directa de mar a operaciones mineras, proceso que es altamente intensivo en consumo de energía eléctrica”.
Por su parte, el biministro de Energía y Minería, Juan Carlos Jobet, señala que “en los próximos años irá aumentando la desalinización de agua para consumo minero, lo que requerirá mayor uso de electricidad. Esto representa una oportunidad para Chile, por las sinergias que presentan el sector energía y el minero: aproximadamente el 30% del costo final del agua desalinizada es explicado por el costo de la energía. Esto implicará que veremos un mayor desarrollo de la desalinización de mano con la reducción de los costos de la energía”.
De acuerdo al estudio, se espera que el mayor crecimiento de la demanda se de hacia 2025, año que alcanzaría 31,7 TWh, para luego crecer con menor rapidez hasta 2027, cuando se estiman 32,9 TWh. Por otra parte, se espera un crecimiento prácticamente nulo en el periodo 2028-2031. Eso sí, los peak de consumo se proyectan para los años 2028 y 2029.
“El crecimiento de los consumos de energía en este periodo se debe a la alta participación de la producción de concentrados que se estima para los años 2025 a 2029. Si entre los años 2015 a 2019 la producción de concentrados tenía una participación promedio cercana al 69%, se espera que para los años 2025 a 2029 sea del orden de 77% en la matriz productiva”, indica Riveros.
Regiones. Se proyecta que Antofagasta, en línea con su alta producción y las cuantiosas inversiones mineras a materializarse en los próximos años, seguirá concentrando más de la mitad del uso energético, pasando de 13,3 TWh -cifra que representa el 53% del consumo eléctrico cuprífero nacional- en 2020 a 17,0 TWh en 2031. Ese año, eso sí, el porcentaje de participación caerá a 51%.
Tarapacá, en tanto, pasaría de 2,9 TWh a 4,1 TWh durante el mismo periodo. Atacama por su parte, región que actualmente demanda 2,3 TWh, llegaría a consumir 4,8 TWh hacia 2031. Otra región con un alto crecimiento en su demanda es Coquimbo, que incrementaría su consumo desde 1,6 TWh a 2,1 TWh durante el periodo.
El reporte detalla que el crecimiento de la demanda se atribuye principalmente al alto consumo en concentración, proceso que por sí solo consume actualmente en torno al 54% de la electricidad del sector, creciendo hasta los dos tercios del total hacia 2031.
“A futuro se prevé un cambio en la producción de cobre dado el progresivo decaimiento de las reservas de minerales oxidables, lo que significa que se producirá más concentrados que cátodos de cobre. Una producción enfocada en concentrados implica mayor uso de plantas concentradoras, proceso que requiere más energía eléctrica. El uso de energía eléctrica a partir de este proceso aumentará de 12,8 TWh en 2020 a 18,6 TWh en 2031, representando un crecimiento de 45%”, explica Riveros.
El consumo energético para desalación e impulsión de agua de mar es otro proceso para el cual se proyecta un alza importante, pasando de 1,7 TWh en 2020 (7% del total) a 3,5 TWh en 2031 (10% del total), convirtiéndose en el segundo proceso de mayor intensidad de consumo eléctrico.
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