La imparable escalada del cobre, que esta semana rompió la barrera de los 4,361 dólares la libra -un precio que no se veía desde hace una década-, se está viviendo con una mezcla a partes igual de euforia y cautela en Chile, el primer productor del mundo del metal rojo.
Euforia porque, cuanto más alta es la cotización del cobre, mayores son los ingresos de las arcas chilenas, diezmadas por la pandemia del coronavirus y ávidas de fondos para financiar programas sociales y reactivar la economía.
La poderosa minería chilena, que representa cerca del 10 % del PIB nacional, aportó el año pasado 2.873 millones de dólares al fisco, de los cuales 1.298 millones los entregó la estatal Codelco, la mayor cuprífera del mundo.
Y prudencia porque la mayoría de los expertos creen que la escalada en el precio apenas durará un par de años y rechazan la idea de que estemos frente a otro «boom de las materias primas», como el que surgió a principios de la década de los 2000.
«Hay que ser cautos, porque las ‘commodities’ son esencialmente volátiles (…) Aunque también vemos razones de largo plazo que nos hacen tener una proyección positiva en torno al valor del metal», reconoció a Efe el ministro de Minería, Juan Carlos Jobet.
Esto último, apuntó el ministro, «se explica porque la estrategia mundial para combatir el cambio climático es migrar hacia el consumo eléctrico», dejando de lado petróleo, el carbón y el gas natural, y el cobre es fundamental para la transmisión de energía.
«Para fabricar un auto con motor diésel se requieren unos 25 kilos de cobre, mientras que un auto eléctrico puede necesitar 75 kilos», agregó Jobet.
¿MINI O SÚPER CICLO?
Tras meses en caída libre por el abrupto retroceso de la demanda por los confinamientos, el metal rojo empezó a recuperarse a finales de 2020 con la reactivación económica en China. En un año su valor se ha incrementado más de un 100 % y solo en febrero lo ha hecho cerca del 20 %.
La escalada ha sido especialmente rápida esta semana: el jueves el cobre referencial en la Bolsa de Metales de Londres (LME) cerró en 4,361 dólares la libra, un precio cercano al máximo histórico de 4,6 dólares de febrero de 2011.
Las razones del alza son múltiples, como la rápida recuperación de la producción en China -el principal consumidor de materias primas del mundo-; la debilidad del dólar; los estímulos fiscales simultáneos en Estados Unidos y Europa; o las expectativas por el avance de los procesos de vacunación contra el coronavirus.
«El hecho de que existan tantos motivos es una rareza, ha pasado en pocas ocasiones en la historia», afirmó a Efe Gustavo Lagos, profesor de la Universidad Católica.
La tendencia alcista «se ve además reforzada por crecientes expectativas inflacionarias, ya que las materias primas como el cobre son activos que preservan el valor de mejor forma que otros», apuntó a Efe el director de la consultora Plus Mining, Juan Carlos Guajardo.
Pero quizá la causa en la que todos los analistas están de acuerdo es el desequilibrio entre la oferta y la demanda y el bajo «stock» mundial de cobre.
«Los inventarios de las bodegas de las tres bolsas de valores se han reducido a 4 días de consumo del mundo en los últimos días, un numero extremadamente bajo y similar a lo que gatilló el superciclo haciendo subir los precios a fines de 2005», apuntó Lagos.
Para el presidente de la Cámara Minera de Chile, Manuel Viera, «este miniciclo no va a durar más de 3 a 5 años a diferencia de los anteriores, que el más corto fue de 13 años»: «Vamos a volver al equilibrio, lo que hará bajar el precio a 2,9 dólares la libra como máximo».
Durante los meses más duros de la pandemia, pocos fueron los que mantuvieron las minas a pleno rendimiento como Chile, donde «se hizo un esfuerzo mancomunado para mantener los niveles de producción, que terminaron siendo muy similares a los del año anterior», de acuerdo al ministro.
Chile, que aglutina el 28 % de la producción mundial de cobre, produjo en 2019 un total de 5,7 millones de toneladas, por debajo de la cifra récord de 5,8 millones de 2018.
Con el fin del súperciclo, Latinoamérica entró en un proceso de estancamiento y las inversiones mineras descendieron considerablemente, «pues la industria priorizó la eficiencia y el control de costos», lo que se está notando hoy en día en la oferta, según Guajardo.
«Cuando los precios son muy altos, las caídas posteriores son bastante fuertes también, por lo que hay que preguntarse qué hará el país cuando el precio esté a la baja. Hay que tener un colchón de seguridad», concluyó el presidente de la Cámara.
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