“Las renovables son la historia de éxito de la covid”, afirma la Agencia Internacional de la Energía (IEA) en su Global Energy Review, que se publica hoy. Esta modalidad de producción energética sostenible, liderada por la solar y la eólica, este año ya proporcionará el 30% de la demanda de energía global.
Se trata, en palabras del organismo, del mayor porcentaje desde la época de la revolución industrial. Solo este año, la energía eléctrica procedente de las renovables va a crecer un 8%, el mayor crecimiento anual desde la década de los años setenta.
Los datos indican que, pese a la pandemia, la energía limpia continúa su fase ascendente. De hecho, la capacidad energética verde ya aumentó en el 2020 en el mundo 260 gigavatios, batiendo el récord del año anterior con una subida del 50%. “Estas cifras son una historia extraordinaria de resiliencia y esperanza. A pesar de todas las dificultades y la incertidumbre, estamos ante el inicio de la década de las renovables”, aseguró el director general de la agencia internacional Irena, Francesco La Camera.
Entre las muchas explicaciones sobre este auge, hay un tema económico. El coste de financiación en las energías renovables se ha desplomado, según una investigación presentada el pasado fin de semana por la Universidad de Oxford. Desde el 2015 a medida que su despliegue ha aumentado, con los costes de financiación de la energía solar fotovoltaica, la eólica terrestre y la eólica marina cayeron en un 20%, 15% y 33% (comparando el 2010-14 con el 2015-20). En el otro frente, los costes de financiación de las centrales de carbón subieron un 38%, la de las minas un 58%, mientras que el del petróleo y del gas, un 3%. En resumen, el mercado está apostando por una transición energética y esto se refleja evidentemente también en los márgenes de los préstamos.
Ben Caldecott, uno de los autores, lo explica a este diario de la siguiente manera. “El sol es gratis y el viento también. Mientras que con las energías fósiles, luego hay unos costes de manutención y también operativos, porque tienes que añadirle combustibles para su funcionamiento. Además la tecnología evoluciona, las renovables son cada vez más eficientes, mientras que las fósiles están sujetas también a costes de regulación. Y esto es lo que valoran al final los inversores a la hora de gestionar el dinero”.
Sin embargo, es aún pronto para las celebraciones, porque el estudio de la IEA también pone el mercado de la energía en perspectiva. El mundo está sediento de energía. La demanda global aumentará este año un 4,6%, con lo que se situará por encima de los niveles del 2019, dejando atrás el bajón de la covid, en gran parte gracias al tirón de Asia.
Este aspecto tiene unas consecuencias sobre las emisiones de CO2,que registrarán este año el segundo mayor incremento anual de la historia, con un alza del 5%, con lo que estamos a punto de volver al pico que se tocó justo antes del coronavirus, en el bienio 2018-2019. Por lo tanto, el desplome de gases en la atmósfera debido al confinamiento corre el riesgo de haber sido un retroceso puntual.
Uno de los responsables de este repunte es la demanda de carbón. Este año repuntará un 4,5%, superará los niveles del 2019 y se acercará a su pico histórico del 2014. No deja de ser una paradoja que, justo cuando las renovables adquieren cada vez protagonismo, esta fuente de energía contaminante sigue con fuerza. Asia, sobre todo Chin, es la mayor responsable de este incremento. Según los expertos consultados, el hecho de que este sector esté todavía en gran parte subvencionado les permite subsistir en plena época de transición energética.
Por último, en cuanto al petróleo, el mercado está todavía en cuidados intensivos. Mientras el 2020 pasará a la historia como el año del mayor desplome anual (-8,8%) de la demanda de todos los tiempos (incluidos los precios, que cayeron a negativo), el 2021 todavía será un ejercicio de transición, porque la demanda, pese a crecer un 6% (5,4 millones de barriles diarios) se situará todavía un 3,2% por debajo de los niveles del 2019.
Las restricciones a la movilidad y el colapso del transporte aéreo harán que el mercado del oro negro tarde un tiempo en recuperar los antiguos esplendores del pasado.
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