La fiebre del oro vivida en 2020, que lo llevó a máximos históricos por su papel de activo refugio en medio de la crisis económica derivada de la pandemia, se ha convertido ahora en la fiebre de los metales industriales. El paladio se sitúa en máximos históricos, el platino toca niveles de 2015, aunque lo que más destaca es el repunte del cobre, que con una revalorización del 25% en lo que va de año se coloca en máximos de una década.
Los analistas explican esta evolución alcista, que también afecta a otros metales como el níquel o el hierro, desde dos perspectivas: la recuperación económica y la transición energética.
El avance de la vacunación y la cada vez más cercana antigua normalidad da muestras ya a nivel económico, con un aumento del gasto en países como EE UU o Reino Unido y unos niveles de confianza del consumidor en máximos en la Unión Europea, explica Ignacio de la Torre, economista jefe de Arcano Partners. «La recuperación económica se está produciendo en forma de V, mucho más rápido de lo esperado, lo que está haciendo que se busque exposición a algo cíclico, como los metales industriales», afirma.
En este mismo sentido, añade la correlación que tienen los metales con el comercio internacional y la rápida recuperación de este –en solo nueve meses ha retornado a los niveles pre-Covid– frente a lo ocurrido en la última crisis.
El resultado es un aumento de la demanda, también derivado del desnivel de la balanza del consumo en favor de los bienes y en detrimento de los servicios debido a las restricciones a la movilidad que también «inflacta el precio de los componentes, en este caso, los metales industriales», explica De la Torre.
Esta fuerte demanda se ha encontrado con una oferta limitada debido a la pandemia. «La cadena de suministros se ha roto en todos los sectores», explica Juan Luis Santos, profesor en la Universidad CEU San Pablo. Por un lado, las minerías tuvieron que cerrar porque eran un foco de Covid, lo que provocó una caída de la producción, a lo que se suma un impacto negativo también en la logística internacional, subraya.
Todo ello ha provocado una revalorización de los precios de los metales que se percibe especialmente en el cobre, empleado tanto para el cableado eléctrico como en el sector automovilístico. Pese a situarse ayer en máximos de una década, Goldman Sachs aún le otorga potencial para superar el récord de 10.190 dólares por tonelada de 2011 y tocar los 15.000.
En este sentido, Santos apunta un factor que cree que no se está teniendo en cuenta y es la nueva Constitución «más socialista» que se está redactando en Chile, principal productor de cobre del mundo. Esta nueva Carta Magna «puede poner impuestos muy elevados a la minería de cobre e incluso nacionalizar minas», apunta.
Pese a todo, De la Torre considera que la situación actual es «coyuntural» y eliminadas las restricciones del Covid, desaparecerá en un periodo de seis o nueve meses, cuando repunte el consumo de servicios.
El segundo factor a tener en cuenta es la transición hacia una energía verde. La llegada de Joe Biden a la Casa Blanca supuso el regreso de Estados Unidos al Acuerdo de París y la semana pasada el presidente estadounidense anunció unos objetivos de reducción de emisiones más ambiciosos que pasan porque su plan de infraestructuras impulse el sector de los vehículos eléctricos.
«La transición energética es una buena señal para los metales verdes como el cobre, el níquel, la plata, el aluminio y el platino», afirma Mobeen Tahir, director asociado en WisdomTree, que subraya que serán estos los que impulsen la electrificación de los automóviles. «Esta transición ya está siendo favorecida por el gasto en infraestructuras de los Gobiernos y un enfoque creciente en el medioambiente», añade.
En este aspecto, el cobre vuelve a ser fundamental, no solo para el sector automovilístico, sino para dar el paso hacia energías renovables como la solar, la eólica o la geotérmica. Así, desde Goldman Sachs estiman que la demanda de este metal crecerá un 600% para 2040 en su escenario base, un aumento para el que la oferta no está preparada.
Movimientos especulativos. Frente a las revalorizaciones de entre el 15% y el 25% de los metales industriales más utilizados, otros menos conocidos como el rodio y el iridio se disparan en lo que va de año un 70% y un 145%, respectivamente. Juan Luis Santos apunta a un movimiento «especulativo», pues se emplean en muy pequeñas proporciones para procesos químicos o catalizadores de coches. «Son cosas muy específicas y tan puntuales que, a nada que va a tener más demanda, suben muchísimo», explica.
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