Es lunes 21 de diciembre y Carlos Faour Lucchese dice que está pasado de revoluciones. A la vera del delta del río Paraná, en San Fernando, el director de la empresa Hydro Patagonia acaba de presenciar el desenlace de un proyecto al que le dedicó los últimos cinco años de su vida. Con la emoción aún a flor de piel, el hombre de 46 años conversa con Infobae acerca de lo que fue la prueba del primer hidrogenerador de energía limpia no intermitente de alta generación.
“Estoy muy feliz. Hacía tiempo que venía esperando este momento. El hidrogenerador estuvo en el agua cerca de seis horas y las mediciones que realizamos superaron la producción de energía que esperábamos”, dice.
A la conversación se suma el talentoso inventor y arquitecto Enrique Sebök (85), ideólogo del hidrogenerador al que Faour Lucchese le dio vida junto a sus tres socios Julio Comparada, Eduardo Martino y Federico Gietz. Criado en el seno de una familia de ingenieros hidráulicos, Sebök repasa los logros de su árbol genealógico. “Mi abuelo realizó el proyecto de la central hidroeléctrica El Chocón y de la represa de Salto Grande; mi tío abuelo fue el presidente de la EBY: Entidad Binacional Yacyretá; y mi tío tuvo la primera fábrica de generadores eléctricos en Argentina, donde trabajó mi papá”, apunta el octogenario en charla con este medio.
No es la primera vez que Sebök logra plasmar una idea en un proyecto. Lo hizo en varias oportunidades. La última fue hace un lustro, cuando instaló un biodigestor en Chascomús, para generar energía eléctrica a partir de la excreción de bovinos de tambo. ¿Cómo se le ocurrió crear un hidrogenerador? La “semilla” del “SBK1″ (N. de la R.: llamado así en homenaje a las consonantes de su apellido) surgió hace ocho décadas. “Tenía cinco años y mi abuelo me regaló una lanchita con la que yo jugaba en la bañera. Recuerdo que andaba a toda velocidad, impulsada por una rueda de paletas que giraba con un elástico. A pesar de mi corta edad, ese mecanismo me resultaba muy curioso”, cuenta Sebök a este medio.
Poner en marcha un invento
“Esto comenzó en 2015. Teníamos ganas de apostar a las energías renovables. Lo primero que hice fue pedir ayuda. Golpeé puertas y ventanas de todos los organismos oficiales pero, a diferencia de otros proyectos de energías renovables, no conseguimos ningún subsidio ni beneficio de ningún tipo. Es decir, no pedimos créditos, no pedimos préstamos, no pedimos absolutamente nada. Lo hicimos con capital privado”, apunta el director de la empresa Hydro Patagonia y destaca la generosidad de Sebök.
“Estoy muy agradecido con Enrique que, a sus 85 años, dejó un legado enorme dentro de la matriz de las energías hidrocinéticas, que trataré de continuar”, dice Faour Lucchese.
Atento a las palabras del hombre que supo ejecutar su idea, Sebök destaca que su invento no causa efectos ambientales negativos. “No produce impacto ni en la flora ni en la fauna marina. Incluso, hasta podría incorporar oxígeno al agua. Sería una especie de probiótico”, dice a este medio. Además agrega información dura. “Dentro de las energías renovables existe la fotovoltaica y la eólica. La primera, por ejemplo, genera electricidad entre el 10 y el 15 por ciento del tiempo. En el caso del hidrogenerador, como los ríos corren permanentemente, se supone que el porcentaje de generación de electricidad es cercano al cien por ciento”, sostiene el inventor acerca de los datos que recolectaron y que, de alguna manera, reforzaron la importancia de concretar este proyecto.
-¿Cómo funciona el hidrogenerador?
Carlos Faour Lucchese: El equipo mide doce por doce y es ciento por ciento argentino. Todos los materiales los fabricamos y desarrollamos en el país. A nivel funcionamiento, para que pueda entenderlo cualquier persona, diría que lo comparen con un molino eólico. En este caso, en vez del viento, aprovechamos la corriente del agua del río, que hace girar unos rodillos, y así generamos energía.
Enrique Sebök: El aparato es como un auto: tiene un motor, un sistema de refrigeración, un sistema de control remoto, entre otras cosas. Hasta el momento nunca lo habíamos probado en el agua. Por eso la prueba del lunes 21 fue tan importante.
-¿En qué consistió la prueba?
CFL: De la mano de Boating Serv (una compañía de seguridad náutica, geolocalización y rescate), trasladamos la plataforma autoflotante a la vera del delta del río Paraná. El operativo fue extremadamente cuidadoso y salió óptimo porque el equipo se podría haber tumbado. Sin embargo, eso no ocurrió. Arrancamos a las 7.30 de la mañana y terminamos seis horas después. Las mediciones que realizamos superaron la producción de energía que esperábamos. Puede dar 240 kVA. Estamos muy felices.
-¿Por qué es importante este invento y cómo posiciona a la Argentina?
ES: Este aparato, si tiene éxito, podría dar trabajo a miles de argentinos. No hace falta que lo maneje ningún Gobierno. Sí, lógicamente, tiene que conceder el recurso natural, pero también puede contratarlo una fábrica, una minera o un pueblo. Hay pueblos en el norte del país, en las zonas cercanas a la cordillera de los Andes o a la cuenca del río Pilcomayo que podrían beneficiarse con esto.
CFL: Soy de los que creen que las cosas pasan por algo y que todo tiene su momento y su lugar exacto. Con la pandemia, el mundo empezó a mirar a las energías renovables desde otra perspectiva, lo cual es tremendamente positivo para Hydro Patagonia y todo nuestro equipo de trabajo.
Antes de despedirse, Faour Lucchese dice que para cumplir sueños como éste hace falta “un montón de trabajo”. “Haciendo analogía con el deporte: en el boxeo podés hacer cualquier cosa menos rendirte. Acá pasó lo mismo”, agrega el empresario.
Después de las pruebas del lunes 21, por las que pide agradecer a Prefectura Naval Argentina, a los Talleres Torch, y a Sergio Criado de Boating Serv (que hicieron posibles las pruebas), el director de Hydro Patagonia sostiene que el hidrogenerador “SBK1″ tiene un futuro prometedor.
“Me están llamando de distintas instituciones, entre ellas el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Incluso, hasta me contactaron de Brasil. Si me preguntás hasta dónde quiero llevar este proyecto, te digo que hasta la Luna”, concluye.
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