Desde septiembre hasta la fecha, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) ha importado más de 128 millones de litros de carburantes, incluidos gasolina, diésel y petróleo, en un esfuerzo por satisfacer la creciente demanda interna. Esta situación ha generado preocupaciones sobre los altos costos de importación, según lo revelado por Ariel Montaño, vicepresidente Nacional de Operaciones de la estatal petrolera. Con cada carga descargada, YPFB enfrenta gastos significativos, reflejando las penurias económicas que atraviesa la industria en un contexto complicado.
Montano detalló que las operaciones de importación incluyen la llegada de dos buques de diésel con 40 millones de litros cada uno, un buque de crudo con 35 millones de litros, y un reciente descarte de 13 millones de litros de gasolina. Sin embargo, gran parte de esta carga permanece almacenada en Arica, afectando la capacidad de distribución en el país. A medida que las importaciones continúan, la situación se complica con bloqueos en rutas debido a movilizaciones políticas, que han obstaculizado la rotación normal del combustible.
A raíz de estas protestas, más de 570 cisternas se encuentran detenidas en los puntos de bloqueo, transportando más de 19 millones de litros de combustible que ya fueron importados y pagados. Montaño hizo hincapié en que estos bloqueos no solo retrasan la entrega de combustibles, sino que provocan un aumento en la especulación y en la percepción de escasez entre la población, lo que a su vez incrementa la demanda diaria de carburantes. La situación actual enfrenta al gobierno y a la estatal a un desafío sin precedentes en la gestión del suministro energético.
La crisis se ve acentuada por las acusaciones del expresidente Evo Morales y sus seguidores, quienes han hecho eco de una supuesta falta de recursos para la importación de combustibles. Montaño defendió la postura de YPFB, señalando que tales afirmaciones solo alimentan el pánico en la población. De este modo, el panorama se torna cada vez más complejo, y la estatal petrolea se encuentra en una encrucijada, debiendo enfrentar tanto dificultades operativas como efectos colaterales derivados de la agitación política que amenaza su eficiente funcionamiento.