Este lunes, Omar Alarcón Saigua asumió oficialmente la presidencia ejecutiva de Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB), ocupando el cargo que dejó Karla Calderón tras poco más de un año en la dirección. Con un vasto conocimiento en la industria energética y petrolera, Alarcón llega a YLB en un momento crucial para el país, cuando la explotación y la industrialización del litio se posicionan como prioridades estratégicas en la agenda nacional. El ministro de Hidrocarburos y Energías, Alejandro Gallardo, le tomó juramento, subrayando la importancia de su rol en la innovación del sector.
Alarcón trae consigo una sólida trayectoria en YPFB, donde trabajó desde 2012 en diversas funciones que abarcan desde la dirección de operaciones de plantas hasta la vicepresidencia de operaciones. Su experiencia incluye haber liderado la puesta en marcha de proyectos clave como las plantas de biodiésel en Santa Cruz y La Paz. La combinación de su visión estratégica y conocimiento técnico es vista como una combinación ideal para llevar al siguiente nivel el desarrollo de los recursos evaporíticos en Bolivia, particularmente en lo que respecta al litio, un metal vital para las tecnologías del futuro.
La Empresa Pública Nacional Estratégica de YLB, establecida con el objetivo de industrializar los recursos litíferos del país, cuenta actualmente con una planta de cloruro de potasio con capacidad de 350.000 toneladas al año y la reciente inauguración de la Planta Industrial de Carbonato de Litio en el municipio de Colcha K. Con reservas comprobadas de 23 millones de toneladas de litio en los salares de Uyuni, Coipasa y Pastos Grandes, Bolivia se encuentra en una posición privilegiada para convertirse en un líder en la industria global del litio.
El liderazgo de Alarcón en YLB es visto como un catalizador para la prosperidad del país en el sector energético, al tiempo que se busca capitalizar estas ricas reservas de litio. Con su enfoque en la industrialización sostenible y la maximización de recursos, se espera que la gestión de Alarcón no solo beneficie a la economía boliviana, sino que también posicione a Bolivia como un jugador clave en el mercado mundial del litio, el cual está en constante expansión gracias a la creciente demanda de baterías y tecnologías limpias.