La producción de oro en Brasil ha caído en picada, registrando un alarmante descenso del 84% durante los primeros siete meses de 2023 en comparación con el mismo período del año anterior. Este significativo descenso, que ha llevado la producción total a tan solo 2.941 kilogramos, se atribuye a las nuevas medidas implementadas por el gobierno federal para controlar el comercio del metal y combatir la extracción ilegal. Según un estudio del Instituto Escolhas, estas políticas han tenido un impacto devastador, especialmente en el estado de Pará, donde la producción se redujo en un estrepitoso 98%.
A pesar de que los precios del oro se han mantenido en niveles elevados, la situación del mercado ha cambiado drásticamente desde la introducción de la obligación de facturas electrónicas para las transacciones de oro a partir de agosto de 2023. Antes, estas transacciones se realizaban bajo un sistema de confianza, lo que facilitaba la proliferación del comercio ilegal. Larissa Rodrigues, directora de investigación del Instituto Escolhas, señala que, aunque el precio sigue siendo atractivo, las nuevas regulaciones han cerrado las puertas a las operaciones fraudulentas, aumentando considerablemente los costos y riesgos asociados con el comercio del oro ilegal.
Además de la caída en la producción, las exportaciones de oro también han sufrido un golpe, descendiendo un 35% durante el mismo período, con un total de 33.418 kg exportados. Esto ha afectado particularmente a estados como São Paulo y Mato Grosso, donde se lleva a cabo la mayor parte de la actividad minera. La disminución de las exportaciones hacia mercados clave, como India y Emiratos Árabes Unidos, que en conjunto dejaron de adquirir 18 toneladas de oro, destaca la gravedad de la crisis en el sector.
Las medidas adoptadas hasta ahora son solo el principio, según Rodrigues, quien sugiere que se debe obligar a aquellas explotaciones mineras que alcancen un nivel determinado de producción a formalizarse como empresas mineras. Esto no solo les permitiría cumplir con obligaciones sociales y ambientales, sino que también podría contribuir a estabilizar y revitalizar el comercio del oro en Brasil. Con un panorama tan complicado, el futuro del sector minero en el país depende de la implementación efectiva de estas y otras políticas sostenibles.