El intento de diálogo entre el sindicato de trabajadores de la mina Escondida y la minera BHP ha fracasado, marcando el comienzo de una huelga que podría tener repercusiones significativas para el sector. Desde el martes, los trabajadores denunciaron reemplazos ilegales y la falta de avances en las negociaciones para un nuevo contrato colectivo, lo que los llevó a abandonar sus puestos de trabajo en un acto de protesta. La situación es tensa, y la falta de consenso entre las partes apunta hacia un conflicto que podría recordar la histórica huelga de 2017, que duró 44 días y costó al país millones en pérdidas.
BHP, en respuesta, asegura que Escondida continúa operando bajo un «plan de contingencia» con un enfoque estrecho en la seguridad y el cumplimiento de la normativa, aunque omite detalles clave sobre el impacto de la movilización en la producción. Mientras el gobierno intenta mediar, el sindicato critica las prácticas antisindicales de la empresa y establece que las plantas de electroobtención y la concentradora Los Colorados están completamente paralizadas. En este contexto, muchos trabajadores han comenzado a instalar campamentos en el puerto de la minera, indicando que están dispuestos a prolongar su protesta por tiempo indefinido.
Las comunidades y la economía chilena se encuentran a la expectativa frente a una posible crisis. Analistas como el banco de inversión BTG Pactual estiman que la pérdida diaria pudiera ascender entre 25 y 30 millones de dólares si la huelga continúa, similar a lo que ocurrió en 2017. Además, las proyecciones de Plusmining sugieren que sin producción, esas cifras podrían ser aún más graves. La incertidumbre económica puede afectar no solo a la minera, sino también a las comunidades que dependen de la industria en una región donde el cobre es una de las piedras angulares del crecimiento.
A medida que las tensiones aumentan, el líder sindical Patricio Tapia se muestra optimista al afirmar que cuentan con un fondo cuatro veces más grande que en la huelga anterior, lo que les permite resistir la presión. Con este respaldo financiero y una comunidad unida, los trabajadores de Escondida están decididos a luchar por sus derechos y condiciones laborales, en un conflicto que no solo es sobre salarios, sino sobre la dignidad y el futuro del trabajo en la minería chilena. La situación sigue siendo incierta, pero lo que está claro es que la lucha por el futuro de la mina Escondida apenas comienza.