En el corazón del desierto chileno, la mina Escondida, la mayor productora de cobre del planeta, está al borde de una significativa interrupción. El poderoso sindicato de trabajadores ha iniciado una huelga, deteniendo las operaciones en un yacimiento que representa cerca del 5% del cobre global. Con más del 60% de la dotación laboral a su favor, sólidos fondos para sostener el conflicto y la protección de leyes que prohíben su sustitución, el sindicato está decidido a presionar por una participación más justa en las ganancias de la compañía BHP.
La historia de resistencia del sindicato no es nueva. Anteriormente, ha demostrado su capacidad de movilización en la mina con huelgas que han sacudido el mercado global. En 2017, su acción de protesta de 44 días llevó a BHP a declarar «fuerza mayor», impactando los precios del cobre a nivel internacional. “El poder de negociación del sindicato es innegable”, señala Andrés González, experto en la industria minera, quien resalta que su control sobre la extracción en Escondida les concede una influencia monumental en cualquier negociación.
El líder sindical, Patricio Tapia, ha asegurado que cuentan con cuatro veces más recursos económicos que en situaciones anteriores, lo que les permite gestionar las necesidades de sus miembros durante el conflicto. Actualmente, con casi 2,400 miembros que representan al 98.75% de los trabajadores de primera línea, el sindicato no solo controla la mina, sino que también tiene el peso financiero para resistir un enfrentamiento prolongado. A medida que las tensiones aumentan, la atención se centra en cómo BHP responderá a las demandas del sindicato, que en esta ocasión incluyen un porcentaje de los dividendos que la empresa distribuye entre sus accionistas.
A pesar de la calma actual en los precios del cobre, los analistas advierten que esta situación podría cambiar rápidamente si la huelga se intensifica. Mientras tanto, BHP ha activado un plan de contingencia que permitirá que algunos trabajadores no sindicalizados continúen operando. Sin embargo, el futuro de la producción de cobre y el balance del mercado están en juego, y todos los ojos están fijos en Escondida: ¿podrá el sindicato ejercer suficiente influencia para transformar la industria minera una vez más?