Los impactos ambientales que tiene el ser humano en los ecosistemas del mundo son masivos y tan numerosos que ya es difícil seguirles la pista a todos ya cada uno de ellos. Algunos de ellos son el aumento del nivel del mar debido al cambio climático, la deforestación en múltiples bosques alrededor del mundo (especialmente el Amazonas), la contaminación de los recursos hídricos debida a la minería, la acumulación de plásticos y microplásticos tanto en océanos como campos… la lista es interminable.
Por supuesto, el ser humano no pretende hacerle daño a los ecosistemas del planeta a propósito, pero estos acaban siendo un daño colateral del 'avance de la humanidad'.
Y parece que ahora hemos encontrado otro modo de hacer daño: la minería del lecho oceánico. “Si se permite a una empresa minar el lecho oceánico y consigue un beneficio económico, muchas otras vendrán detrás”
A pesar de que a principios del mes de todos noviembre los gobiernos del mundo mostraron su aparente implicación y preocupación por el medio ambiente en la COP26 de Glasgow, un mes después de diversos países, encabezados por la diminuta isla de Nauru, están impulsando la aprobación de nuevas reglas de minería para los fondos oceánicos lo que podría tener un gran impacto en los hábitats y ecosistemas frágiles se encuentran en ellos, debido a la explotación que podría empezar tan pronto como 2023.
Sabemos que el lecho oceánico es tremendamente rico en depósitos minerales, fuentes de materias primas importantes para el desarrollo tecnológico, dado que son esenciales para la fabricación de baterías para los coches eléctricos, para construcción de paneles solares, de dispositivos electrónicos, incluso como fertilizantes y nutrientes para la agricultura.
A pesar de la importancia pueden tener estas materias primas para el desarrollo tecnológico, los hábitats que se encuentran las zonas que se prevén explotar son muy frágiles y son, además, el hogar de una gran cantidad de formas de vida los científicos están comenzando a descubrir ahora.
Diva Amon, Una bióloga marina Trinidad y Tobago explica que “estas zonas son algunos de los lugares con mayor biodiversidad del mundo”. De hecho, la científica explica que entre el 70 y el 90% de las especies que se han descubierto ahí en los últimos años no se habían visto nunca antes en la historia de la humanidad. No solo eso, sino que también desconocemos cuál es la capacidad que tienen las profundidades los océanos del planeta para almacenar carbono y, por tanto, la repercusión que pueden tener en la mitigación de la crisis climática. Como explica la científica: “Va a ser un proceso muy destructivo. Es seguro que el daño será irreversible”.
A pesar de esto, la Autoridad Internacional del Lecho Oceánico (ISA por sus siglas en inglés), la encargada de la regulación de las actividades humanas en aguas internacionales, está abierta las negociaciones sobre la legislación de dichas actividades mineras. A pesar de que la discusión sobre la minería del lecho oceánico no es algo nuevo, un día de hoy, en todo el planeta, no se realiza con multas comerciales. La pequeña isla de Nauru no está de acuerdo con esto y es la que se ha encargado de impulsar estas negociaciones con el objetivo de que se aprueben en el año 2023.
El arrepentido interés de Nauru se debe al descubrimiento en el Pacífico de una gran aglomeración de materias primas raras llamada 'nódulos polimetálicos'. Estas 'rocas', del tamaño de una patata, son ricas en manganeso, níquel y cobalto, sustancias 'raras' y muy codiciadas hoy en día debido a que son esenciales para la fabricación de las baterías de los coches eléctricos. Esto, sumado a que Nauru acaba de agotar sus reservas de fósforo, ha hecho que el país presione para la aprobación de la minería en aguas internacionales.
Los defensores de esta práctica minera (principalmente 'The Metals Company', con sede en Vancouver, pero dueña de la industria minera de Nauru), la defienden alegando que ni se perfora ni se detona el lecho marino, sino que se utilizan unas máquinas llamadas 'recolectoras', que se dedican a retirar los nódulos polimetálicos de los primeros 5 cm del lecho marino, lo que permite que los ecosistemas que se destruyen puedan volver a regenerarse de forma casi inmediata. A pesar de que esto suene muy bien, también alegan que el lecho marino es un “entorno desértico con una cantidad de vida muy limitada”, lo que no se corresponde con la realidad.
Según Diva Amon, “esto es una simple y llana mentira”, dado que la vida y los ecosistemas de las profundidades oceánicas crece y se reproduce de forma extraordinariamente lenta y esto está probado por diversos estudios que demuestra que la recuperación es muy escasa en las zonas del fondo marino que han sido alteradas. Apostilla “A día de hoy (y posiblemente en las próximas décadas) no tenemos necesarios estudios científicos para tomar una decisión informada”.
La investigadora es uno de los 621 científicos que han firmado una carta abierta pidiendo una pausa en la aprobación de la minería del lecho oceánico hasta que “exista una cantidad suficiente y robusta de información científica al respecto ”.
Por su parte, Matt Gianni, cofundador de Deep Sea Conservation Coalition explica las consecuencias que podría tener la aprobación de esta propuesta: “Si se permite a una empresa llevar a cabo actividades mineras en el lecho oceánico y con esto consigue un beneficio económico, muchos otras vendrán detrás”.
Fuente: El Confidencial