Que el precio del cobre suba es siempre una buena noticia para Chile. Su cotización internacional se ha ido elevando desde agosto del año pasado y los analistas estiman que podría mantenerse este año en US$ 3,3 la libra (US$ 3,1 dice el Banco Central), muy por sobre los US$ 2,88 la libra que se consideró en la formulación del Presupuesto 2021.
Y aunque el aporte de Codelco y la minería privada a los ingresos fiscales ha ido cayendo, de todas maneras serían un «extra» que vendría muy bien cuando el Fisco ha debido elevar el gasto en la pandemia, aumentar la deuda y también usar los ahorros de los fondos soberanos.
El director de Presupuestos de Chile, Matías Acevedo, ya salió a aclarar que de mantenerse el precio del cobre en niveles como los actuales durante todo el año, el Fisco podría recibir unos US$ 1.000 millones adicionales. Hay economistas que incluso califican ese cálculo como conservador.
¿Qué hacer con esos ingresos extra? No es una decisión fácil. Y podría poner en juego la ya debilitada regla fiscal.
El economista plantea que el acuerdo que busca el Gobierno con la oposición debe apuntar a frenar el alza de la deuda pública y eliminar programas mal evaluados.
Aunque el precio del cobre está hoy en niveles elevados, la economista senior de Libertad y Desarrollo, Macarena García, plantea que es difícil pronosticar cómo se va a comportar en lo que queda del año y señala que la evidencia empírica muestra «que en largos períodos de tiempo, su nivel tiende a volver a ubicarse en torno a su promedio histórico».
Por esta razón, agrega, la regla fiscal establece que el nivel máximo del gasto del año siguiente depende del precio estimado el año previo. «Y todo movimiento posterior del precio efectivo se considera como cíclico, ahorrando ese diferencial». A su juicio, no se debe innovar en esto, menos todavía en un escenario tan incierto como el actual.
La economista advierte que si cada vez que se ajusta en forma importante el precio del cobre -al alza o a la baja- se decide revisar el precio de largo plazo, es evidente que ese valor cambiará y, por tanto, también el gasto fiscal máximo para el mismo año. «Ello genera una política fiscal altamente volátil, con todos los efectos negativos en gasto social que esto tiene», opina.
«Nuestro marco fiscal es claro: en la medida que el alza del precio del cobre sea transitorio, se ahorra; si es permanente, entonces se puede aumentar el espacio de gasto», dice el coordinador macro de ClapesUC y excoordinador macro del Ministerio de Hacienda, Hermann González.
Sin embargo, el economista advierte un problema: que lo que permite separar lo estructural (permanente) de lo transitorio es el cálculo que hace el Comité Consultivo sobre el precio de largo plazo del cobre, que define el precio promedio para los próximos 10 años. «Ese promedio está afectado por lo que ocurre con el cobre en el momento en que se hace la consulta, por lo que termina siendo muy procíclico. Si el precio de largo plazo sube, podemos tener más espacio de gasto que lo que se debería», afirma.
¿Qué hacer? González opina que siguiendo el consenso técnico sobre la prociclicidad de los parámetros del Presupuesto (PIB tendencial y precio del cobre de largo plazo), se requieren cambios en la metodología de cálculo. «En mi opinión estos ajustes deberían hacerse pronto, de modo que tengamos claro si hay un espacio de gasto mayor. Sería conveniente tener la opinión del Consejo Fiscal Autónomo (CFA) sobre esta materia».
Dicha entidad ya tiene un documento que sistematiza las propuestas técnicas sobre mejoramientos a la regla fiscal y que aborda este tema.
Si en este escenario el ministro de Hacienda llama a una consulta adicional al Comité Consultivo, podría fijarse un precio más alto para el cobre. «Si esto pasa, el balance estructural mejoraría simplemente por ese ajuste y no porque exista un esfuerzo fiscal», estima el académico de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) y exintegrante del Consejo Fiscal Asesor, Juan Pablo Medina. «Se podría terminar gastando más y con un balance no tan deficitario. Esto, sumado al hecho que ya se cambió dos veces el decreto fiscal, daría un mensaje de poca disciplina fiscal. Ése es el mayor riesgo», afirma.
Dice que en otro contexto esa convocatoria extemporánea podría justificarse, como en 2016, cuando el desplome del precio condujo a una nueva consulta y a un ajuste fiscal de US$ 540 millones al Presupuesto en ejecución. «En ese momento pedir una nueva estimación implicaba ponerse más restricciones, pero hoy con el precio al alza se leería como una medida para saltarse las restricciones», dice.
Con todo, añade que si la cotización del cobre se mantiene en torno a los niveles actuales, el déficit efectivo proyectado para 2021 podría reducirse y el esfuerzo de consolidación fiscal requerido en el Presupuesto 2022 sería un poco menor.
Sobre la estimación del precio de cobre de largo plazo, Medina admite que no existe una metodología, pero no sabe si hay algo mejor. «El debate en finanzas revela que el mejor predictor del precio de cualquier activo es el de hoy». Con todo, estima que el CFA podría discutir mejoras, «pero mirando a un horizonte de cinco años. Si se hace pensando en arreglar algo para 2021, podría depreciarse aún más la credibilidad fiscal».
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