La semana pasada se selló un acuerdo que pondrá a Chile en una posición diferente a la que tiene hoy en la minería mundial.
Lejos de las megaoperaciones extractivas en el desierto, donde se necesitan cantidades abundantes de agua y electricidad, un yacimiento en el sur de nuestro país -específicamente en Penco-, en medio de bosques, está próximo a romper con el paradigma tradicional minero local.
Se trata del proyecto BioLantánidos -apoyado inicialmente por Corfo-, que se dedicará a la extracción de las denominadas “tierras raras” o lantánidos, un mercado casi desconocido en estas latitudes, dado que estos recursos son extraídos en más de un 90% en China, y se usan en gran medida para producir potentes imanes que son utilizados en la nanotecnología, drones y, por sobre todo, en vehículos eléctricos.
El miércoles pasado el fondo de inversión privado Lantánidos, manejado por Minera Activa -el brazo de capital privado minero de la gestora LarrainVial-, vendió en US$ 56,3 millones el 93,8% del proyecto BioLantánidos a la minera peruana basada en Londres Hochschild Mining, que pasó a tener la totalidad del desarrollo.
Entre los aportantes del fondo que vendió está la familia Cueto, principales accionistas de Latam Airlines; la familia del empresario inmobiliario y esposo de Paola Luksic, Óscar Lería, además de actuales directores, ejecutivos y socios fundadores de este desarrollo, como Andrés Susaeta, José Antonio Jiménez, Juan Paulo Bambach, Cristián Munchmeyer, Ignacio del Río y Martín Marquardt.
Este último ejecutivo fue el “geólogo loco” que impulsó el proyecto desde su génesis, junto al socio Andrés Susaeta. Marquardt es la tercera generación de una familia de geólogos y siempre ha estado en busca de nuevos desarrollos. De hecho, fue parte del equipo de descubrimiento del polémico yacimiento Dominga.
Su inquietud lo llevó a un seminario sobre tierras raras en EE.UU., donde escuchó con atención a un expositor japonés que explicó cómo eran esos yacimientos. Al hablar entre la diferencia de las tierras raras que se extraen desde las rocas, versus las que están en arcillas, Marquardt pensó inmediatamente que las condiciones arcillosas específicas que se planteaban, él las conocía en Chile.
A su regreso, el geólogo, con el apoyo de Minera Activa, se hicieron con extensas pertenencias mineras de la Región del Biobío y comenzaron el trabajo de exploración.
Las pruebas resultaron exitosas y hoy por hoy existe una planta piloto y el estudio de impacto de evaluación ambiental está en tramitación. Desde BioLantánidos esperan que se apruebe en el primer semestre del próximo año y, de ser así, el desarrollo entraría en producción en 2022, justo cuando en el mercado se prevé que haya un salto importante en la demanda global de insumos para la electromovilidad.
La producción inicial del primer proyecto en Chile significaría el 1% de la oferta mundial de tierras raras y el 3% de la oferta global de las tierras raras más valiosas y críticas, como el disprosio y el terbio.
Impulso a la región
La Región del Biobío fue en el pasado el epicentro de la industria siderúrgica y también de la carbonera. Sin embargo, estas actividades industriales están de capa caída. Por ello, en Penco y sus alrededores están expectantes con este proyecto.
Ignacio del Río, director de BioLantánidos, indica que en su etapa de construcción el proyecto significará cerca de 90 puestos de trabajo, mientras que en su etapa de operación esta cifra será del orden de 120 a 140 empleos por turno, por lo que se completaría un total de entre 240 y 280 empleos. A esto se suman los trabajos indirectos que se podrían crear.
A diferencia de la minería tradicional, esta iniciativa no generará relaves. Requerirá de 4 MW de electricidad y dicen que ocuparán menos del 4% del caudal total de los esteros de Penco y El Cabrito.
Como parte de los compromisos adquiridos en el Estudio de Impacto Ambiental, está la plantación de 26 hectáreas de árboles nativos en la provincia de Concepción, además de desarrollar planes de protección y monitoreo del bosque nativo de preservación durante todas sus fases.
Favorecidos con la guerra comercial
Al tratarse de un desarrollo de arcillas iónicas de alta ley, donde el proceso de extracción será simple, Del Río indica que BioLantánidos debiera estar en los primeros lugares de costo de caja o cash cost entre sus pares a nivel mundial.
Además de ser un proyecto atractivo en costos, el director de la empresa destaca que la guerra comercial podría favorecerlos. “Si China deja de exportar tierras raras, las tierras raras de Chile se tornarán críticas para los consumidores fuera de China y también se volverán relevantes para China si quieren seguir controlando el suministro de la industria”, explica.
En BioLantánidos realzan su proyecto frente a los desarrollos asiáticos. “Un yacimiento en roca de tierras raras -los predominantes en China- debe realizar tronaduras y chancado para explotar la roca, para luego pasar por un proceso muy complejo metalúrgico para liberar las tierras raras contenidas en la roca bajo fuertes enlaces químicos, donde se va concentrando material radioactivo. Nada de esto ocurre en un yacimiento de arcilla”, detalla Del Río.
Las plantas de arcilla en China escurren elementos químicos en los cerros, lo que afecta a acuíferos. En Chile, el plan es extraer la arcilla para tratarla en una planta con un circuito cerrado y continuo, por lo que no habrá escurrimientos, aseguran en la empresa.
Este sello de cuidado del ambiente de BioLantánidos ya lo conocen en las principales empresas compradoras del mundo. Ejecutivos del desarrollo chileno visitaron a compañías como Apple para tantear comercialmente el producto, quienes valoraron este proceso más limpio que, además, proviene de un país distinto al que tiene el monopolio global y que está inserto en una acérrima pelea comercial con EE.UU.
Así como Apple, hay otras firmas globales de automóviles, celulares o turbinas eólicas que están siendo proactivas para abastecerse de tierras raras trazables de un origen sustentable y geopolíticamente independiente, como Siemens, Toyota, Brose, Bosch, BASF, Thyssenkrupp, además del interés del Departamento de Defensa de Estados Unidos. Hacia allá apuntarán las tierras raras “made in Chile”.
Fuente: Pulso