La economía de Chile por más de 100 años se ha visto privilegiada por la minería del cobre, que ha soportado de manera importante al país y permitido el desarrollo de otras industrias y especialidades. Ha contribuido en la diversificación económica y hoy es una actividad plenamente integrada en una economía con visión de futuro.
Los mineros han desarrollado su actividad a tal nivel, que la producción de cobre en Chile se cuadruplicó en los últimos treinta años y son tecnológicamente de punta en el planeta, con estándares profesionales y de seguridad para sus trabajadores que no tienen igual. Chile le debe mucho a la minería.
Estos días el mundo enfrenta la pandemia, y en su proceso de reactivación muchos países han declarado la meta de la descarbonización y se aprestan para la era de las energías renovables y la electromovilidad. En síntesis, la convicción de una “transición verde”.
Sin embargo, como han señalado especialistas de Goldman, “no hay descarbonización sin cobre”. Excelente noticia.
Por supuesto, la demanda de cobre se incrementará significativamente en el corto y mediano plazo. Por ejemplo, un vehículo eléctrico consume cuatro veces más cobre que uno con motor de combustión interna; y descarbonizar implica el desarrollo acelerado de fuentes de energías renovables, hídrica, biogás, geotermia, eólica y solar, con significativos aumentos en el consumo de cobre.
Nos encontramos entonces, frente a decisiones que buscan la reactivación económica del planeta, preocupadas también de cubrir las necesidades de las personas por sobre la estabilidad financiera. Este camino, que se pinta además “de color verde”, prioriza el cobre y le asigna una responsabilidad superior.
Goldman Sachs señala al cobre como el nuevo petróleo y anuncia un nuevo súper ciclo e incrementos destacables en los precios del mineral. Chile es un aporte en estas desafiantes transformaciones y tiene mucho que ganar con el consiguiente mayor dinamismo, ingresos, realizaciones y oportunidades para todos. Se continuará, entonces, pavimentando el camino a ser un país desarrollado.
¿Los chilenos estamos preparados para esto? ¿Sabremos estar a la atura de estas necesidades? ¿Aprovecharemos esta oportunidad histórica?
La experiencia de la racha anterior de precios trajo grandes beneficios y aprendizajes para considerar. Podemos partir por reconocernos con orgullo como un país minero, valorar su aporte, su historia y su perseverancia. Compenetrarnos en que hay detrás de cada trabajador de esta industria, su especialización y su compromiso. El permanente esfuerzo por hacer las cosas mejor, por subir sus estándares, por hacerle frente a la adversidad. Es una historia dura, pero hermosa, que muchos seguramente quisieran contar. Demos ese espacio, separemos por un momento la desconfianza y conozcamos ese fascinante mundo.
Nuestro país todo, y su deteriorada clase política, deben subir el nivel. Al mundo político le falta conocer, capacitarse, compenetrarse de esta gran actividad. Requerimos más competencias y también hay que ser autocríticos, humildes y escuchar. Así como el país les da los medios para realizar su actividad, también les demanda seriedad y profundidad. Simplemente ya no tienen espacio la odiosidad y los protagonismos a partir de fundamentos débiles y mediocres que tergiversan la realidad.
Es tiempo de un gran debate, serio y competente, y de un acuerdo nacional que ponga al país por delante.
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