Henry Ford dejaba pocas cosas al azar. Para garantizar la llegada de materias primas a sus nuevas líneas de producción, el pionero de los automóviles en EE UU llegó a ser propietario de cualquier cosa que hiciera falta, desde minas de carbón hasta plantaciones de caucho. Es una lección para Elon Musk o Herbert Diess, jefe de VW, ahora que apuestan su futuro a los vehículos eléctricos y metales como el cobalto.
Para los fabricantes de vehículos eléctricos, el cobalto supone un doble quebradero de cabeza: es probable que sea fundamental para las baterías de litio durante el futuro previsible, y tres cuartas partes de las reservas mundiales se encuentran la República Democrática de Congo. Para los fabricantes como Tesla y VW, la cosa está aún más difícil, porque China controla más de la mitad de la producción en el caótico Estado africano. En la RDC, Glencore extrae buena parte del resto.
Los fabricantes tienen acuerdos de compra a largo plazo para conseguir cobalto, del que se necesita en torno a 10 kilogramos para una batería normal de vehículo eléctrico. La Agencia Internacional de la Energía calcula que una economía sin carbono podría multiplicar por 30 la demanda de cobalto, lo cual hace que el alza de precios del 60% registrado este año parezca ridícula.
Contemporary Amperex Technology (CATL), un gigante chino de las baterías que factura 138.000 millones de dólares anuales, decidió zanjar el asunto pagando 137 millones de dólares por una cuarta parte de la mina de cobre y cobalto de China Molybdenum en la RDC. En vez de comprar un trozo de Glencore, con una facturación anual de 57.000 millones de dólares, Musk o Diess podría ser comprar participaciones en filiales de la RDC como la Kamoto Copper Company, de propiedad estatal en un 75%, cuya mina de Katanga produjo 23.900 toneladas de cobalto el año pasado. Una alternativa más segura sería Murrin Murrin en Australia, que extrajo apenas 2.900 toneladas como subproducto del níquel. Musk ya tiene planes al estilo de Ford para obtener su propio litio en Nevada y metano en Texas. Lo lógico sería ampliar sus inversiones a África.
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