Debido a una mayor demanda de baterías relacionadas a las nuevas tecnologías, sigue creciendo el precio internacional de este mineral y más de la mitad de las reservas mundiales se concentran en nuestro continente. Empresas y países avanzan en el desarrollo de proyectos mineros mientras los países sudamericanos plantean nuevas estrategias extractivas para el litio en el siglo XXI.
A lo largo de la historia de la humanidad cada revolución industrial o tecnológica que permitió un salto cualitativo y cuantitativo de producción necesitó de alguna fuente de energía, fuese renovable o no, para lograr mejoras en la humanidad. Sea carbón, petróleo u otros, la energía es esencial para el avance en todas las áreas productivas.
Con la cuarta revolución industrial en ciernes y la búsqueda de nuevas formas de almacenar energía de forma más eficiente, duradera y/o económica, el litio aparece como elemento cada vez más codiciado debido a su importancia a la hora de fabricar baterías de automóviles comunes o eléctricos, computadoras, smartphones o en el creciente sector de la robótica.
Los países de Latinoamérica poseen una ventaja estratégica que podrá mejorar y diversificar sus economías como también potenciar su rol en el escenario internacional gracias a que entre Bolivia, Argentina, Chile, México y Perú poseen el 67% de las reservas mundiales de litio, según el informe de enero de este año del Servicio Geológico de Estados Unidos.
El llamado “triángulo del litio” es el lugar donde se encuentra la mayor cantidad de depósitos de recursos en América del Sur y está enmarcado entre el norte argentino (Jujuy, Salta, Catamarca), el noreste chileno (Salar de Atacama) y el sureste boliviano (salar de Uyuni).
Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), la demanda del litio crecerá más de 40 veces para el año 2040. A modo de ejemplo, en el año 2016, el magnate sudafricano Elon Musk presidente de SpaceX y Tesla, afirmó según la revista estadounidense Fortune que “para que Tesla cumpla con su objetivo de 500.000 automóviles al año, «básicamente necesitaríamos absorber la producción mundial de iones de litio”. Por su parte, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, estableció este mes la meta que para el año 2030 la mitad de los autos construidos en su país sean eléctricos.
También los análisis de centros de estudio o de ideas estadounidenses visualizan un escenario de alta demanda. Por ejemplo, el Wilson Center comenzó en enero del año pasado la “Iniciativa para el Triángulo del Litio”. “Para América del Sur, los recursos de litio son un motor económico prometedor, pero los productores enfrentarán varios desafíos, entre ellos las necesidades de infraestructura, la regulación ambiental, la gestión del agua y las cuestiones sociales. Para apoyar el desarrollo sostenible de los recursos de litio de América Latina, el Programa para América Latina del Wilson Center, en asociación con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), está lanzando la Iniciativa del Triángulo de Litio (LTI) para colaborar con el sector privado y los gobiernos regionales con el fin de ayudar a desarrollar las mejores prácticas para este sector crítico”. Describe el evento en su página web, el cual contó con varios paneles que incluyeron a figuras como el secretario de Minería de Argentina, Alberto Hensel, el entonces ministro de Minería de Chile, Baldo Prokurica, el especialista principal en Energía, Sector de Infraestructura y Energía del Banco Interamericano de Desarrollo Marcelino Madrigal, Martín Pérez de Solay CEO y director gerente de Orocobre Limited y Michael Maten, gerente de Política de Energía, Medio Ambiente y Electrificación de la General Motors.
Por su parte, el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) destaca las “oportunidades para la administración Biden” en el triángulo de litio de América del Sur. En su artículo afirma que “Argentina es el caso más promisorio para la expansión de la industria del litio” ya que posee yacimientos de recursos más grandes después de Bolivia. Con respecto a Bolivia, destaca el intento que ha llevado para convertir estos recursos en “reservas económicamente viables” y la asociación que hizo con la empresa alemana ACI Systems para explotar este recurso en conjunto con la empresa estatal de Bolivia, Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB).
Con respecto a Chile, destaca: “Chile posee la mayor cantidad de reservas de litio comercialmente viables en el mundo, a pesar de tener muchos menos recursos potenciales que Bolivia y Argentina, y es el segundo productor comercial más grande del mundo después de Australia”. Sobre la producción hace el siguiente análisis: “Dos empresas principales controlan la industria de extracción de litio de Chile: Albemarle, una empresa con sede en EE.UU., que también controla las operaciones de litio más grandes de Australia, y Sociedad Química y Minera de Chile (SQM), la empresa minera de litio estatal de Chile”.
Este recurso también es el campo de lucha internacional, teniendo a China y Estados Unidos como mayores figuras, pero la Unión Europea ha intentado meterse en la carrera por el litio mediante la creación del “Instituto Europeo del Litio”, compuesto por varias universidades de ese continente y con el objetivo de “generar cooperación internacional focalizada”. Sobre la lucha de las potencias mundiales, actualmente el gigante asiático es el mayor productor de baterías con 77% del mercado, según el portal de estadística en línea, Stadista. Para ello necesita recursos y a pesar de contar con yacimientos de litio, se ha acercado a países como Argentina.
Entre marzo y mayo de este año, Argentina entabló negociaciones de alto nivel con China para la construcción de plantas de fabricación de vehículos eléctricos como así de baterías de litio. Primero fue con la empresa Jiankang Automobile y luego con la empresa Ganfeng Lithium –la mayor productora de metal de litio del mundo, según su página web– con la cual terminó firmando un acuerdo en Jujuy.
A nivel nacional, Argentina conformó en abril de este año la “Mesa Nacional del Litio” que incluye al Gobierno de dicho país junto a las provincias del norte. La misma consta de cinco puntos: la conformación orgánica de la misma, el respaldo de los gobernadores y los gobernadores al proyecto de ley de Movilidad Sustentable, que tiene una serie de incentivos y beneficios para estimular la inversión privada para desarrollar la fase primaria de litio, la industrialización y la fabricación de baterías de litio y de vehículos eléctricos, el desarrollo del trabajo en conjunto de investigación y desarrollo con universidades y entes locales, el trabajo entre provincias para lograr una normativa unificada sobre minería y la promoción de proyectos que fomenten la cadena de valor.
Según el comunicado del gobierno argentino, Alberto Hensel destacó: “Tenemos la gran oportunidad y el gran desafío de desarrollar nuestro potencial geológico, que es de 350 millones de toneladas, pero, además, tenemos que incorporar aspectos que hoy son fundamentales como los temas ambientales, sociales y productivos. Por eso es importante esta decisión del Gobierno Nacional”.
Con el intento de las grandes potencias de abandonar el petróleo y pasar a la masividad eléctrica en vehículos, varias economías de Medio Oriente deberán reorientar su economía, al verse afectadas por este cambio. América del Sur podrá beneficiarse si aprovecha la oportunidad y mediante la industrialización y la inversión en tecnología, se impulsa y asciende en el sistema internacional para llevar la delantera junto a Asia en el siglo XXI.
Pero también aquí nos deja de enseñanza lo ocurrido con el petróleo, podría ser necesario una “OPEP del litio” para que las empresas que lo extraigan o lo puedan industrializar puedan fijar precios o afectar la soberanía de América del Sur mediante acciones productivas. Con una organización internacional de este tipo que abarque a los otros países que también extraen litio o tienen yacimientos, se podrá lograr una unión sudamericana que derive en prosperidad, progreso y soberanía.
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