Los gigantes suizos de la industria del oro han anunciado que no van a utilizar oro extraído de los territorios indígenas de la Amazonia brasileña. No obstante, sigue siendo todo un reto la trazabilidad del preciado metal.
Este contenido fue publicado el 26 julio 2022 – 09:00
Las refinerías suizas —en una rara declaración conjunta— “condenan y rechazan cualquier actividad minera relacionada con las zonas protegidas de la Amazonia sin el consentimiento […] de las comunidades afectadas”; también prometen tomar “las medidas técnicas y humanas necesarias para no recolectar, importar o refinar oro ilegal, especialmente de Brasil, trazando e identificando este oro”. Las empresas, asimismo, instan al Gobierno brasileño de Jair Bolsonaro a hacer más para proteger a las poblaciones indígenas y el medioambiente.
La extracción ilegal de oro en minas artesanales contribuye a deforestar la Amazonia, contamina el suelo con mercurio e invade las tierras de las poblaciones indígenas. Las cifras del comercio exterior brasileño y varios estudios académicos sugieren que gran parte de este oro se canaliza hacia Suiza —o al menos pasa por el país alpino—, que es pieza clave en el comercio mundial de este mineral.
“Para nuestros miembros fue bastante fácil comprometerse a no tocar el oro proveniente de la región amazónica, porque no es el tipo de negocio que una refinería suiza quiere hacer”, afirma Christoph Wild, presidente de la Asociación Suiza de Fabricantes y Comerciantes de Metales Preciosos (ASFCMP), que firmó la declaración adoptada el pasado 27 de junio. También han firmado el acuerdo las refinerías de oro Argor-Heraeus, Metalor, MKS Pamp, PX Précinox y Valcambi. La ASFCMP cuenta con 13 miembros, entre los que están las principales refinerías, el banco suizo UBS y pequeñas empresas del sector de los metales preciosos.
En mayo, la Sociedad para la Defensa de los Pueblos Amenazados —una ONG que defiende los derechos de las minorías y los pueblos indígenas— organizó una reunión entre líderes de comunidades indígenas de la región amazónica y miembros de la industria del oro. En ese intercambio de opiniones, los representantes de las comunidades indígenas mencionaron la violencia que sufren por parte de los mineros ilegales, conocidos como garimpeiros, y de su preocupación por el medioambiente, ya que está en estudio un proyecto de ley para permitir la explotación minera en sus tierras ancestrales.
Datos cuestionados
Uno de los mayores obstáculos de las conversaciones sigue siendo las cifras relativas a las exportaciones. Y es que los datos del comercio exterior brasileño sugieren que el oro de la región amazónica se exporta de manera regular a Suiza. Pero Christoph Wild, que asistió a la reunión, considera que estas estadísticas son cuestionables.
“Sinceramente, no sé si los datos de exportaciones o los datos estadísticos de Brasil son correctos. Puedo decir que las refinerías suizas no sacan este material del Amazonas”, declaró a SWI swissinfo.ch.
Según los datos brasileños en 2020 y 2021 llegaron a Suiza cinco toneladas de oro procedentes de Itaituba, Pará, un estado en el norte de Brasil por el que discurre el río Amazonas. Para Christoph Wiedmer, codirector de la Sociedad para la Defensa de los Pueblos Amenazados, estas cifras demuestran la creciente necesidad de disponer en Suiza de una contabilidad transparente, ya que el país helvético solamente registra la cantidad de oro importada por país cada mes. En su lucha por obtener más detalles sobre el origen del oro, la ONG Sociedad para la Defensa de los Pueblos Amenazados se encuentra inmersa en una batalla legal con las refinerías, que pretenden mantener el secreto.
Siguiendo con el misterio de las cinco toneladas de oro, Christoph Wiedmer señala que las exportaciones de oro de Itaituba a Suiza se frenaron después de agosto de 2021. Ese mismo mes, la aduana del aeropuerto de Zúrich confiscó 20 kilos de oro a una persona que —a través de esa ciudad helvética— viajaba de la ciudad brasileña de São Paulo a Dubái, un centro notorio para el oro de riesgo. El primero en dar a conocer la noticia fue el periódico español La Vanguardia. Y todavía se está investigando este incidente. Según Christoph Wiedmer, cabe preguntarse si Suiza fue una escala rápida en una operación de blanqueo de dinero, para que en Dubái el oro ilícito pudiera declararse como suizo.
La transparencia es la clave
“La transparencia es crucial para limpiar el comercio, para evitar actividades ilegales o destructivas para el medioambiente o productos resultado de violaciones de los derechos humanos”, subraya Christophe Wiedmer.
Suiza es el segundo mercado de exportación para Brasil y el que más crece, después de Canadá. El valor de las exportaciones brasileñas de oro a Suiza, en 2020, fue de 1 010 millones de dólares, frente a los 1 890 millones de dólares de Canadá. El tercer puesto lo ocupan los Emiratos Árabes Unidos que importan por valor de 338 millones de dólares, según el Observatorio de la Complejidad Económica.
La Constitución brasileña recoge el derecho a un medioambiente sano y equilibrado, y varios tratados protegen a las comunidades indígenas del país. Pero durante décadas este derecho ha entrado en conflicto con el auge de la demanda mundial del oro. La extracción ilegal del metal que nos ocupa está en el origen de casi el 10 % de la deforestación de la región amazónica.
Fiscales y académicos de Brasil lidian con la cuestión de cómo conseguir que la cadena de suministro de oro sea más limpia. Según un estudio Enlace externode la ONG medioambiental Instituto Escolhas, entre 2015 y 2020, Brasil comercializó 229 toneladas de oro con evidencias de ilegalidad, casi la mitad de la producción nacional. La organización examinó el oro procedente de operaciones mineras en tierras indígenas y zonas protegidas, así como aquel procedente de títulos ficticios, que no mostraba signos de extracción pero que probablemente se utilizaban para blanquear el oro.
“La Amazonia brasileña está plagada de minas ilegales de oro”, señala otro estudio del Instituto Igarapé. Este grupo de reflexión ha identificado 321 puntos de minería ilegal en los nueve estados que componen la región amazónica. Su tamaño equivale aproximadamente al de Portugal y los afluentes de los ríos hacen las veces de carreteras, con lo que la labor de control de las fuerzas del orden brasileñas se dificulta. Y a esto se suma que para el Gobierno de Bolsonaro, que ha presentado un proyecto de ley que abriría el camino a la extracción en tierras indígenas protegidas constitucionalmente, proteger la Amazonía tampoco es una prioridad.
La dificultad para las entidades que importan oro de Brasil —entre ellas las refinerías suizas—es que el oro extraído ilegalmente entra en el mercado legal con rapidez y facilidad. Esto se debe a que, cuando declaran el origen de su oro, se da por hecho la buena fe de los vendedores. Incluso las empresas de seguridad brasileñas han sido sorprendidas haciendo declaraciones de origen fraudulentas.
“El oro es algo ‘legalizado’ en el inicio de su circulación económica”, explica Ana Carolina Haliuc Brafança, fiscal federal de Manaos, región situada en lo más profundo de la selva, que contribuyó al estudio del Instituto IgarapéEnlace externo. “Para cualquiera que compre oro en Brasil en este momento es muy difícil certificar que el oro no es del Amazonas o que ese oro no ha sido extraído ilegalmente”.
Adaptado del inglés por Lupe Calvo
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