Estudio plantea que la creación de un cluster minero andino confirmado por Chile, Perú, Colombia y Ecuador deben impulsar una visión integral, con políticas públicas, acciones empresariales colectivas y una agenda sostenible que acompañe la digitalización.
La primera edición del estudio “Revolución Tecnológica en la Gran Minería de la Región Andina” -que considera a Chile, Perú, Colombia y Ecuador- y que busca identificar brechas y oportunidades de la adopción de nuevas tecnologías en la industria regional, concluyó que el sector tiene hoy una oportunidad “única” para generar un cluster minero andino para trabajar colaborativamente y sacar el mejor partido al cambio tecnológico.
El reporte realizado por el Centro de Estudios del Cobre y la Minería (Cesco), es parte del proyecto internacional “Nuevas Tecnologías, un Nuevo Trato” del Foro Intergubernamental sobre Minería, Minerales, Metales y Desarrollo Sostenible (IGF, su sigla en inglés), que busca identificar políticas públicas y esfuerzos colectivos que ayudarían a potenciar las oportunidades de las tecnologías 4.0 -inteligencia artificial-internet de las cosas, internet industrial de las cosas, automatización, entre otras- en la minería en la región Andina.
De acuerdo al estudio, el 50% de la producción de la minería del cobre en la región Andina está en manos de un “pequeño grupo de empresas” -que representan a su vez el 20% de la producción mundial- lo que abre la posibilidad de establecer una “estrategia concertada de desarrollo para una minería tecnológica, inclusiva y verde”, consigna el reporte.
El reporte concluye que la pandemia del Covid-19 aceleró la adopción de tecnologías en los cuatro países y abrió el debate de una transformación productiva digital y verde.
Si bien el estudio no busca ser un diagnóstico acabado, señala que Chile y Perú llevan la delantera en la adopción de estas tecnologías 4.0, con avances importantes en infraestructura digital. Sin embargo, la adopción está a medio camino en términos de ciberseguridad, gestión de datos y automatización.
“Se proyecta que en los próximos cinco años las áreas tecnológicas estén más maduras, lo que llevaría a mejoras de productividad que aún no son significativas”, afirma el director de Cesco, Osvaldo Urzúa.
El reporte identifica una serie de hallazgos. Por ejemplo, plantea que las políticas públicas y acciones colectivas analizadas, han generado impactos en el empleo, la innovación, las compras locales y en la transformación productiva, pero con diferencias según el país. En los más maduros, como Chile y Perú, despiertan inquietud, y el sector enfrenta el desafío de atender las expectativas de la sociedad sobre lo que significa una participación justa de los beneficios que genera la minería.
Mientras que en Ecuador y Colombia -con menor madurez- existe una percepción de un mayor beneficio en términos de empleo y compras globales, ya que se trata de actividades nuevas, pero existe menor preocupación por aprovechar el impulso transformador que la adopción de nuevas tecnologías podría catalizar.
Para Urzúa, la transformación del sector minero va más allá de la adopción de tecnologías. Tiene que ver también con el desarrollo de una matriz productiva más sustentable (economía circular, electromovilidad y fuentes energéticas bajas en emisiones), como una segunda fuerza traccionante de la transformación.
Esto dado que la digitalización actúa como fuente de productividad, mientras que las tecnologías sostenibles abren espacios complementarios para la reducción de costos y generación de ingresos, empleo e innovación.
Sin embargo, a pesar de que son complementarias, estas dos fuerzas hoy se están moviendo a distinta velocidad. “Hay mucho más avance en la agenda digital, pero lentamente se está incorporando la agenda de sustentabilidad que aún está algo rezagada”, comenta Urzúa.
Plantea que el desafío es llevar adelante ambas agendas de manera colaborativa, y para ello se requiere de un conjunto de regulaciones y bienes públicos que permitan abordar los distintos retos específicos de la transformación de la industria, como la gestión de relaves y emisiones.
“Los países que no estén incorporando ni participando de las soluciones basadas en nuevas tecnologías para la industria minera, van a ser desplazados porque sus productos dejarán de ser competitivos a nivel internacional”, advierte el ejecutivo.
Por eso agrega, que la industria regional “debe aprovechar que estamos en una etapa de transición y hacer las inversiones ahora para tener fuentes energéticas de bajas emisiones, sistemas de operación remota y contar con el capital humano adecuado para ocupar un espacio de mayor liderazgo. Esta ventana temporal no estará aquí por siempre”, sostiene Urzúa.
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