En un giro de acontecimientos impactante, la gigante petrolera británica BP ha optado por congelar las tratativas con Venezuela en relación al yacimiento compartido de gas en la frontera marítima con Trinidad y Tobago. La decisión se precipitó por la expiración de una licencia crucial en abril, lo que ha generado incertidumbre sobre el futuro de uno de los proyectos de energía más prometedores de la región.
Durante este año, BP había estado inmersa en negociaciones con ambos países para llevar adelante el desarrollo del campo Manakin-Cocuina, valuado en 1 billón de pies cúbicos (tcf), con la intención de potenciar su producción de gas natural. Sin embargo, la compañía británica se ha visto obligada a poner un alto a estas conversaciones hasta que se resuelvan las cuestiones legales que rodean la licencia expirada.
La planta de procesamiento de gas Atlantic LNG, de la cual BP tiene una participación del 45%, se encuentra en una encrucijada debido a la disminución en la producción de gas en Trinidad y Tobago en los últimos años. Esta situación ha llevado a la reducción de producción en la instalación, lo que plantea desafíos significativos para el sector energético de la región y podría impactar el suministro de gas en el futuro cercano.
A medida que el espectro de incertidumbre se cierne sobre los campos de Manakin-Cocuina, la demora en el desarrollo del proyecto plantea interrogantes sobre las posibles consecuencias para la economía y la industria energética de la región. Mientras tanto, Venezuela contempla la posibilidad de emitir una licencia para la exploración y desarrollo de gas en su lado del campo compartido, lo que podría abrir nuevas puertas en un escenario marcado por cambios y desafíos.