La semana arranca con movimientos significativos en los mercados globales y un giro en la percepción de riesgo en la región de Oriente Medio
En un lunes marcado por la recuperación parcial de las bolsas mundiales, el oro experimentó su mayor caída en un año, acompañado por descensos en los precios de la deuda pública y el petróleo. Los inversores reajustaron sus posiciones defensivas adoptadas ante el temor a un conflicto más amplio en Oriente Medio, reflejando un cambio en la dinámica del mercado.
La semana se presenta cargada de resultados empresariales, con 158 compañías del S&P 500 y 173 del STOXX 600 presentando sus informes del primer trimestre. Entre los destacados se encuentran grandes bancos europeos y gigantes tecnológicos como Microsoft y Alphabet, este último bajo escrutinio tras la significativa caída del fabricante de chips Nvidia el viernes.
A medida que nos acercamos al final de la semana, los datos de inflación PCE, indicador clave para la Reserva Federal, serán publicados el viernes. Con las expectativas de recortes de tasas de interés en el horizonte, los mercados consideran más probable que el primer ajuste de la Fed se produzca en septiembre, aunque no descartan una acción en julio.
Karim Chedid, estratega jefe de inversiones de BlackRock para iShares EMEA, señaló que la renta variable ha logrado asimilar el retroceso en las expectativas de tasas, destacando la importancia de que los beneficios empresariales respalden esta tendencia positiva. Los mercados respondieron con optimismo, con el STOXX 600 y los futuros del S&P 500 registrando ganancias tras un viernes negativo, mientras que el índice FTSE-100 de Londres lideraba las subidas en Europa, acercándose a un récord histórico.