El hidrógeno verde o hidrógeno limpio es una forma de energía renovable con múltiples utilidades, por lo que en este artículo te explicamos para qué sirve.
El hidrógeno verde se está convirtiendo en una pieza esencial para que se produzca la transición energética y garantizar un futuro sostenible. La caída de los costes de producción del hidrógeno verde mediante energías renovables, junto con la urgencia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, han dado al hidrógeno limpio un impulso sin precedentes.
Este elemento va a jugar un papel clave en la descarbonización de varios sectores: industria, movilidad, almacenamiento de energía… Lo cierto es que tenemos razones para esperar grandes cosas del hidrógeno verde. En un artículo anterior de Sostenibilidad ya explicábamos qué es el hidrógeno verde, por lo que a continuación presentamos algunas de sus ventajas y utilidades.
Ventajas del hidrógeno verde
En el manido debate entre combustibles fósiles y energías renovables, cada vez se cuenta con menos argumentos contra las segundas. Aunque existen múltiples bulos sobre las energías renovables, uno de los principales obstáculos que tienen es su dependencia de los elementos naturales. Antes, si no había viento, no había energía eólica. Si era de noche, no había energía solar.
Lejos de poder hacer brillar el sol por la noche o de provocar vientos que impulsen las aspas de los molinos a nuestra voluntad, el esfuerzo se está concentrado en encontrar una herramienta adecuada que permita almacenar el excedente de energía generada cuando la meteorología es favorable para poder hacer uso de ella cuando lo es menos. ¿El candidato? El hidrógeno verde.
Como ya explicamos en este artículo, gracias a la electrolisis conseguimos hidrógeno verde proveniente de fuentes renovables. Pues bien, podemos almacenar este hidrógeno limpio a presión en unos tanques específicos. Y más tarde, cuando necesitamos energía, este elemento se canaliza hacia una pila de combustible, donde unimos hidrógeno con oxígeno procedente del aire para producir energía eléctrica y obtener agua como único residuo.
Hidrógeno verde como combustible
Gracias a tecnologías como la pila de combustible, el hidrógeno verde se está utilizando en el transporte, ofreciendo una alternativa de movilidad sostenible. Un coche que funciona a base de esta energía limpia cuenta con un tanque de hidrógeno que se dirige a la pila de combustible, donde se genera la electricidad que alimenta el motor.
Los vehículos eléctricos con celdas de combustible de hidrógeno (FCEV, por su sigla en inglés) representan una revolución en el sector de la energía y el transporte al emplear un combustible con una huella de CO2 nula. Por ahora, apenas representan el 0,5% de las ventas de vehículos nuevos con bajas emisiones. Sin embargo, tal y como afirma la Agencia Internacional de Energía, el mercado de vehículos eléctricos de pila de combustible (FCEV) está comenzando a florecer.
Hyundai ha anunciado que fabricará 500.000 vehículos de hidrogeno antes de 2030, París ha empezado a desarrollar una flota de taxis que funcionan con este combustible y en varias ciudades europeas ya hay vehículos de recogida de residuos funcionando con esta tecnología. El hidrógeno verde, además, será clave en vehículos mineros, trenes, aviones, camiones, autobuses e incluso en el transporte marítimo.
Además del ya mencionado uso como almacén energético, el hidrógeno se emplea a día de hoy principalmente en dos sectores. Por un lado, se usa en la industria química para fabricar amoniaco y fertilizantes. Y, por otro lado, en la industria petroquímica para producir derivados del petróleo.
Además, comienza a estar presente en la industria siderúrgica. Una actividad muy presionada en Europa por su efecto contaminante y que tendrá la posibilidad de cambiar parte de sus procesos para hacerlos menos agresivos con el medioambiente gracias a este gas.
En cuanto al uso doméstico, ya existen varios proyectos sostenibles en marcha que tienen como objetivo sustituir la red de gas natural por una red de hidrógeno verde que aporte electricidad y calor a los hogares sin producir emisiones contaminantes.
Es indudable que el hidrógeno verde se está ganando un papel protagonista en la descarbonización de la economía. No en vano, las energías renovables serán el motor que mueva el mundo post COVID-19. Sin embargo, aún quedan retos por delante para culminar su expansión: reducir el coste de producción, optimizar su almacenamiento y desplegar unas infraestructuras mínimas. Unos obstáculos que conseguiremos superar para consolidar el hidrógeno verde ya no como la energía del futuro, sino de un presente más sostenible.
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