En este año que inicia, nos toca referirnos al futuro de nuestros proyectos mineros, que, sin duda, serán una pieza clave para lograr la reactivación económica que requiere el Perú, así como también para consensuar la visión de desarrollo que tanto anhelamos los peruanos.
Partimos compartiendo una de las grandes preocupaciones de nuestra industria que es la ausencia de nuevos proyectos mineros de gran escala. En Perú, el último gran proyecto puesto en marcha fue Las Bambas, en el 2016, que demandó una inversión de más de 10 mil millones de dólares, dinamizando la economía del país y de la región Apurímac.
Este gran emprendimiento, que representa alrededor del 1% del PBI nacional, generó más de 18 mil puestos directos de trabajo solo en su fase de construcción. Además de ello impulsó otros sectores económicos como la construcción y sectores no primarios como comercio, transporte y alojamiento, y ha generado múltiples encadenamientos productivos a su alrededor.
Es decir, Las Bambas se ha convertido en el principal ingreso y socio estratégico de Apurímac, región predominantemente rural y que se encuentra en pleno proceso de transformación a raíz de este emprendimiento de gran escala y que ofrece mayores oportunidades de desarrollo para su población.
Estos mismos beneficios para el país lo pueden generar proyectos de grandes inversiones como Conga (USD 4,800 millones) -que lamentablemente hoy se encuentra paralizado- u otros como La Granja (USD 5,000 millones), El Galeno (USD 3,500 millones), ubicados en el Cinturón del Cobre del Norte, que se complementarían con los proyectos que tenemos en el sur, incrementando con ello nuestra producción cuprífera.
Debemos tener muy claro, que después de Quellaveco (USD 5,300 millones), que iniciará su producción en el 2022, dependemos de proyectos de menor envergadura para los próximos años, que impactarían moderadamente en nuestra economía nacional. Ello nos obliga a actuar rápida e inteligentemente para cambiar esta realidad e impulsar más proyectos de envergadura.
La pandemia hace evidente que hoy más que nunca debemos tomar decisiones responsables que impacten no solo en el corto plazo, sino también que tengan una visión de mediano y largo plazo, que garanticen un mejor futuro con mejor educación, salud y mayores oportunidades para todos los peruanos.
Para ello necesitamos no solo el respaldo del Estado, sino también llegar a consensos entre peruanos. Es el momento de repensar y construir un mejor futuro para el país. No desaprovechemos la oportunidad que nos brinda nuestra minería.
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